Ai Weiwei, reconocido artista visual chino y defensor de los derechos humanos, debutó como director artístico de una versión de Turandot, ópera inacabada de Giacomo Puccini de 1924, la cual está marcada por el derramamiento de sangre y el despotismo.
La obra, montada en el Teatro de la Ópera de Roma, brinda un interesante enfoque geopolítico extra con la directora de orquesta ucraniana Oksana Lyniv.
Resulta que desde las siniestras cinco notas iniciales, el público logra sumergirse en un incierto y violento mundo, lo que resultó bastante coyuntural.
El disidente chino, de 64 años, famoso por sus instalaciones, esculturas e impactantes fotografías que denuncian torturas y atrocidades, logra brindar una fabulosa experiencia al espectador.
Cabe subrayar que Ai está vinculado con este trabajo en particular debido a que actuó como extra en la Turandot de Franco Zeffirelli y James Levine, en la Ópera Metropolitana en 1987.
Tanto él como su hermano, el escritor Ai Dan, actuaron como asistentes del verdugo en el Acto I.
Esta maravillosa, pero súper oscura ópera de Puccini cuenta la historia de una cruel princesa china que exige a sus pretendientes que respondan a tres acertijos si quieren casarse con ella, y en caso de no lograrlo, morirán.
En la versión de Ai Weiwei lo que sucede es que aparecen refugiados y víctimas de sacrificios, lo que impacta en el espectador debido a la coyuntura actual.
El sello de este artista está presente en todo momento ya que detrás del escenario, sobre las ruinas de una ciudad futurista, son proyectadas fuertes imágenes de noticias recientes.
En la Turandot de Ai salen médicos y enfermeras enmascarados que emplean trajes de protección, además de refugiados y policías antidisturbios enfrentándose a manifestantes, lo que la hace una pieza de carácter apocalíptico pero totalmente vigente.