El director austriaco Gustav Deutsch admira tanto el trabajo del pintor Edward Hopper que en su primer largometraje, Shirley: Visions of Reality, recreó 13 de sus cuadros.
Debido a esto, el filme de este arquitecto y artista experimental es una rara joya del cine que desafía cualquier categorización.
La historia es sencillamente maravillosa debido a que dichos famosos cuadros literalmente cobran vida en la pantalla grande para narrar la historia de Shirley, interpretada por Stephanie Cumming.
Resulta que Shirley, una mujer atractiva y carismática, sencillamente no acepta la realidad que le tocó vivir, pues a ella le hubiera gustado cambiar el curso de la historia a través de su compromiso profesional y sociopolítico.
En esta película la dirección de arte, la fotografía y sobretodo la visión de Deutsch lo son todo, es lo que la hace tan diferente.
Algo que resulta también genial vale la pena subrayar es que la historia de Shirley transcurre a lo largo de más de tres décadas de la historia estadounidense, el mismo periodo de tiempo en el que Edward Hopper dio vida a sus icónicos cuadros.
Básicamente Shirley: Visions of Reality está compuesta por 13 grandes escenas, cada una de las cuales corresponde a una pintura de Hopper, así que Gustav Deutsch decidió que cada una de estas se extendiera a un lapso de seis minutos antes o después del momento capturado en el lienzo del artista estadounidense.
Lo anterior resulta no solo fascinante, sino un verdadero reto ya que todo fue minuciosamente planeado para que no hubiera margen de error.
Para ubicar cada escena dentro de un contexto histórico, un noticiero radiofónico precede a cada escena para hablar sobre la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, Corea, el asesinato de JFK y Martin Luther King, hasta Vietnam.
La homogeneidad en el estilo de Hopper y el que haya usado a la misma modelo a lo largo de los años, su esposa Josephine Nivison, resultaron elementos súper atractivos para el cineasta Gustav Deutsch para crear un filme verdaderamente diferente.
En la espectacular reconstrucción tridimensional de las pinturas de Hopper, la película comparte visualmente los sellos distintivos del trabajo del pintor: los colores vibrantes, las fuertes diagonales, la iluminación brillante y las grandes ventanas vacías que insinúan el mundo exterior y todas las posibilidades que este ofrece.
La creación de Gustav Deutsch es, sin miedo a equivocarnos, un proyecto de arte interdisciplinario único que todo mundo debía de disfrutar.