Solo un puñado de famosas actrices pueden decir que son una chica Almodóvar, pero solo una de ellas es la original y esto representa mucho más de lo que podemos llegar a imaginar.
Francisca Caballero: madre, actriz, maestra y musa fue capaz de enseñarle a su hijo, el famoso cineasta Pedro Almodóvar, el hilo invisible que une a la ficción con la realidad, y cómo la realidad necesita ser completada por la ficción para hacer la vida más fácil.
Así lo describió el mismo Almodóvar en la carta de despedida que le hizo a su madre el 13 de septiembre de 1999:
Cuando salgo a la calle, el sábado, descubro que hace un día muy soleado. Es el primer día con sol y sin mi madre. Lloro bajo las gafas. A lo largo del día lo haré muchas veces. Después de no haber dormido la noche anterior, camino como un huérfano hasta encontrar el taxi que me lleve al Tanatorio Sur.
"Aunque yo no sea ese tipo de hijo generoso en visitas y arrumacos, mi madre es un personaje esencial en mi vida. No tuve el detalle de incluir su apellido en mi nombre público, como a ella le hubiera gustado. Tú te llamas Pedro Almodóvar Caballero. ¡Qué es eso de Almodóvar sólo!, me dijo en una ocasión, casi enfadada.
Y es que Francisca, Paquita o Paca, como le decían todos, aparece en las múltiples facetas del cineasta español, haciéndose aún más esencial para entenderlo a él, a su obras y a su capacidad de iniciativa y creatividad.
Poseedora de una personalidad única que rebosaba de vitalidad y alegría por la vida, Francisca Caballero se encargó de acercarle el mundo a sus hijos, que se criaron observando a las mujeres de su pueblo, experiencias que se convertirían en arquetipos para Pedro, el mayor, que trasladó a sus películas los zapatos, los peinados y las palabras que se aferraron a sus jóvenes recuerdos.
Esa infancia de poesía y el acelerado pulso nocturno de Madrid ayudaron a definir un género que parece único a Almodóvar: profundas historias de volver, de amar y de desear a través de personajes libres aunque rotos, de mujeres atravesadas por el dolor y la soledad, pero que pisan fuerte. Tristes, pero jamás endebles.
La figura de la madre, generosa o castradora, es tan importante en el cine de su hijo como las escenas en hospitales, ya que hay una relación entre ambas cosas: la posibilidad de sanar.
Francisca Caballero en Kika de 1993. Fuente: IMDb.
Tras su debut con el cortometraje Salomé, de 1978, pasando por Matador (1986), ¡Átame! (1989), Tacones Lejanos (1991), y Kika (1993), algunas donde también su mamá tuvo un rol secunario, la representación de estas mujeres que aprenden a salvarse por sí mismas nunca se perdió en su filmografía, ya fuera a través de la cara de Penélope Cruz, Rossy de Palma, Carmen Maura, Blanca Suárez o Victoria Abril, Lola Duelas o Bibi Andersen, la empatía por las vecinas que tanto encontraban en su madre una palabra de aliento o soporte se permeó naturalmente en los personajes y escenas que trabajaba.
En el rodaje de Tacones lejanos. Fuente: IMDb.
Gracias a su madre, Almodóvar supo que las mujeres comparten alegrías, secretos, culpas, salud y enfermedad. Pedro cambió una y otra vez el género narrativo, pero aún en sus películas donde el protagonismo recae en los varones, los personajes femeninos son fundamentales para la trama.
Este sentimiento hacia Francisca Caballero, que apareció en su cine como madre, pariente de dentista y presentadora del telediario, lo refleja al finalizar la última escena de Todo sobre mi madre, donde dedica la película: "A Bette Davis, Gena Rowlands, Romy Schneider…A todas las actrices que han hecho de actrices, a todas las mujeres que actúan, a los hombres que actúan y se convierten en mujeres, a todas las personas que quieren ser madres. A mi madre."
La influencia de Francisca en Pedro es vital, claro, es su madre, pero a través de estos detalles, además de conmemorar el amor que existió entre ambos, festejamos la conexión artística que inspiró tanto trabajo, una que invita a recordar la valía de una buena relación de madre e hijo, que en el caso de Francisa Caballero y su hijo mayor, gestó los cimientos para películas que se realzan como unas de las más importantes de su idioma y generación.
Hablando sobre la relación que tuvo con su madre, dijo: "Yo no tengo un problema con mi madre como el de Tacones lejanos, pero hay algo esencial en esa declaración que es totalmente mío, como la imposibilidad de Victoria de demostrarle a su madre que la quiere, que la quiere sobre todas las cosas. Y eso que yo tengo una relación excelente con mi madre..." (El País Semanal, 17 de octubre de 1993).
En su película Volver, Almodóvar recurrió a sus recuerdos de infancia en La Mancha, a la cultura de la muerte en el mundo rural, y a su madre, quien ya había fallecido para entonces.
"Una madre tiene una cosa muy clara, y es que quiere a su hijo sobre todas las cosas y sobre todas las circunstancias. Y una madre tiene un conocimiento de un hijo más profundo y más natural... Mi madre sabe que soy un buen chico y no quiere entrar en más detalles. Y ésa es la actitud más inteligente."