Nada mejor para demostrar el concepto de fondo de un centro cultural –recintos comprometidos con el desarrollo constante del conocimiento– que un edificio con fachada en espiral: esa caprichosa figura que se rebela a la rigidez de la geometría y detona la sensación de vértigo, como el de Alicia cuando se sumerge en ese bucle que es la madriguera para viajar a lo más profundo de la conciencia. Así está construido el 010 Building, en Japón.
La idea del espiral como expresión gráfica del infinito y el movimiento constante a partir de sus contradicciones complementarias está presente en la filosofía (Hegel), en la matemática (Fibonacci), en la espiritualidad (el tao y el budismo zen)… y la arquitectura no podía quedarse atrás.
En Fukuoka, Japón, han construido un centro cultural que remite a la idea del cambio permanente, la evolución, el desarrollo del pensamiento y la sensibilidad. Lo nombraron Centro Cultural 010 Building. Incluso el propio nombre alude al idioma más multiversal del lenguaje matemático: el código binario de ceros y unos. El recinto es una deliciosa metáfora de la dialéctica. Forma y fondo.
Se trata de una fachada en espiral de paneles de acero inoxidable que envuelven a ese centro cultural, diseñado por Clouds AO en colaboración con NKS2 Architects y Takumi Nakahara Architects. Tiene vista al río Naka, a un lado del distrito de vida nocturna de Nakasu.
Cuenta con un teatro, un bar y un restaurante. Una auténtica metáfora de lo que Borges ideó como su utopía del edén cultural: una biblioteca circular, capaz de todas las formas y atada a ninguna.
El 010 Building se compone de dos elementos: al centro, una pila de volúmenes rectilíneos de vidrio y metal que giran 45 grados entre sí, creando áreas para terrazas y balcones alrededor de sus bordes. Envolviendo esta forma central hay escaleras exteriores y una cortina de metal, que ayuda a encerrar o abrir los espacios interiores a la ciudad circundante
"Las cortinas giratorias se abren en todas direcciones, invitando a la gente desde múltiples enfoques. El edificio no tiene una fachada tradicional, no hay lados preferentes, su forma esculpida mira en todas las direcciones por igual.
"Las cortinas de metal satinado reflejan el aura líquida en constante cambio del clima y el cielo abierto durante el día, y las brillantes luces de la ciudad y el neón durante la noche", detalla la firma creadora, Clouds AO.
Los interiores en rojo brillante contrastan con el exterior plateado. Para liberar espacio público alrededor del edificio, el gran volumen del espacio del teatro se ha elevado al segundo piso, creando un voladizo que alberga las circulaciones alrededor de la base del centro.
Diseñado para ser un "teatro inmersivo", este espacio de doble altura cuenta con un escenario que se puede extender hacia la audiencia en un sistema de elevación especial.
El restaurante, ubicado en la planta baja, se abre a dos terrazas al este del edificio, proporcionando asientos y espacios de cocina externos con vista al río cercano. En contraste con el exterior plateado, el interior del centro se ha acabado en un rojo vibrante y ligeramente brillante que da la apariencia de brillar cuando se ilumina.
La escalera principal para los visitantes, escondida detrás de la cortina de acero en la esquina suroeste del edificio, tiene un acabado blanco brillante y está unida visualmente por una lámpara larga que recorre toda la altura del centro.
Sin duda alguna este despacho logró capturar en las formas arquitectónicas funcionalidad y concepto. La dialéctica hegeliana, el infinito borgeano, el introspectivo y sublime viaje de Lewis Carrol.
Y pese a su novedad, tal vez la espiral del 010 Building sólo sea una expresión de la idea del eterno retorno de Nietzche –como nos advirtió Carlos Monsiváis–, que nos recuerda que es “la atroz sensación de que esto ya lo vivimos, de que esto ya lo pasamos, de que esto ya fracasó”.