Nacido en Los Ángeles, Sam Lubicz investiga a través de sus collages futuros distópicos no tan lejanos y con un pesimismo curioso.
Este diseñador gráfico que actualmente reside en Berlín usa técnicas de archivo obsesivas, manipulando material procedente de su físico.
Su primera fuente de inspiración fue el trabajo de su padre, el artista Lou Bech.
Desde muy temprana edad Sam comenzó a crear collages que cuentan historias utópicas, algunas oscuras y otras llenas de luz.
Cuerpos, carne y huesos, alma, cerebro y corazón, todos por partes pero unidos en un contexto que refleja la lucha del ser humano contra él mismo y sus miedos.
Mundos que emergen de sueños y pesadillas conviven en las obras de Sam llenas de color y formas, agua, fuego, monstruos, demonios conviven en sintonía tan perfecta que hipnotiza.
Su trabajo tiene el número de interpretaciones equivalente a la cantidad de personas que se topan con él, lo que a los ojos de una persona puede parecer una lucha interna, a la apreciación de otra puede ser el sueño más surreal jamás imaginado.
Pero las obras de Lubicz no se han quedado sólo en murales o en exposiciones, también han decorado portadas de discos.
El talento artístico de Sam va más allá del diseño, pues también se dedica a crear música electrónica experimental y lo hace de la mano del proyecto que lleva por título 333 Boyz.
Algunas de las marcas con las que ha colaborado son los Billboard Music Awards, Ascent Magazine, A-Z Magazine, American Music Award, Modern Painters, Wenders Music, entre muchos otros.
Sus piezas han recorrido el mundo, Seul, Alemania, Croacia y Londres son sólo algunos de los sitios en los que Sam ha exhibido su arte.