Gabriel de la Mora es un artista mejor conocido por sus dibujos de medios mixtos y retratos cuidadosamente construidos que cuestionan y experimentan con los límites intersticiales entre pintura, dibujo y escultura.
En la era digital, cuando empieza a desaparecer la distinción entre original y copia, De la Mora se ha sumergido obsesivamente en la economía ilegal del arte para obtener la materia prima de su más reciente proyecto: obras apócrifas que somete a una agresiva proceso de regeneración centrado en restaurar el principio de autenticidad.
Realiza esta tarea a través de una estética de la violencia en la que mezcla las aportaciones de la iconoclasia vanguardista, la esterilidad minimalista y la picardía conceptual, volviéndose al final de todo en un experimento reflexivo que acuña un margen de tensión entre la legitimidad autoral y el fraude, pero sobre todo entre la sensibilidad, experiencia, refinamiento y abyección.
Fuente: Elephant
Al situarnos ante la floreciente industria de las falsificaciones, el artista pone en evidencia la inestabilidad de las instituciones del arte así como el propio concepto de creación.
Con este objetivo de enfrentarse a la simulación lo llevó a atacar de frente la materialidad de la obra adulterada, no por el bien de la moral sino por el del lenguaje, De la Mora se ha convertido en un cazador incansable en busca de piezas en diferentes estratos del submundo del mercado negro del arte.
De ahí las dislocaciones y fricciones de su proyecto donde muele, desuella, disuelve, raya, incinera, funde, borra, encripta, enmascara, desdibuja, vacía, corrompe y recurre al fantasma, al doble, al reverso, al reflejo y a la facticidad.
En cuanto a su área de trabajo, el taller del artista parece una fábrica agitada de otra época, que admite tanto las nuevas tecnologías como un rigor que clasifica, cuenta, pesa, mide y registra tecnologías.
Es un taller donde se entremezclan forma y función, una especie de laboratorio experimental de información donde la recolección compulsiva da paso a la obsesiva ordenación, categorización y estandarización de materiales descartados y mundanos.
Como parte de su proyecto más reciente, De la Mora recolecta cabello de donantes y otras fuentes, almacenándolo en un archivo de frascos de cristal que es casi una obra de arte en sí misma.
Aunque se basa en el dibujo lineal, el cabello le da a las obras un aspecto casi escultórico, y así, la práctica del artista en su conjunto juega con las tensiones entre la línea y la forma tridimensional, la figura y la abstracción, lo minimalista y lo intrincado.
Gabriel nació en Colima, México, en 1968, y actualmente vive y trabaja en la Ciudad de México.
Primero se formó como arquitecto y posteriormente obtuvo su Maestría en Bellas Artes en Pintura del Pratt Institute, Nueva York.