El trabajo fotográfico más reciente de la fotógrafa Alex Prager combina estilo, ingenio, drama y encanto para representar que, como humanidad, estamos en medio de un cambio masivo arraigado en el ciclo atemporal de la muerte y el renacimiento.
Esta artista, que nació en Los Ángeles en 1979, se mudó a Florida con su familia cuando apenas tenía 13 años y a partir de ese momento decidió empezar a dar rienda suelta a su creatividad, por lo que dejó la escuela y se mudó a Lucerne, Suiza, donde trabajó en una tienda de cuchillos.
Así, sin pensar mucho en las consecuencias de su decisión, decidió pasar su adolescencia viajando entre Los Ángeles, Florida y Suiza.
Después de haber visto una exhibición de William Eggleston en el Museo J. Paul Getty de Los Ángeles, entre 1999 y 2000, Prager decidió iniciar su carrera como fotógrafa y tan solo seis meses después llevó a cabo su primera exposición.
En la estética de la fotografía de Alex Prager se pueden observar influencias que van desde el cine de Hollywood hasta las películas experimentales, la cultura popular y la moda urbana.
Así, con el paso de los años, se hizo de una sólida reputación por capturar escenas llenas de conflicto y, que hasta cierto punto, resultan perturbadoras debido a los problemas que presentan.
Alex Prager también es conocida a nivel internacional por sus imágenes de multitudes debido a las muchas emociones que sus imágenes transmiten y a la gran cantidad de detalles que cuida en las mismas.
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