Con su trabajo escultórico a partir de la geometría, el francés David Mesguich logra unir puntos, darles perspectiva y anclarlos a otra figura. En otras palabras, es ancla y brújula. Nos muestra la raíz de un grupo social o de una parte de una ciudad, y nos aventura hacia sus posibles futuros emocionates. Él es (y nos da) referencia. Norte, vaya. Camino.
David Mesguich es un artista que monta instalaciones a partir de figuras escultóricas de papel reciclado o polipropileno, con imágenes geométricas vectorizadas: toda figura (cráneos, retratos, cuerpos humanos) está hecha solo a partir de líneas rectas, una sucesión de puntos que tienen ángulos y planos medibles y contextualizados, a partir de otros puntos y ángulos.
Pone el ojo en escenarios urbanos, monta una escultura y la ata a todas sus influencias y posibilidades. Así, sus creaciones están sujetas a un contexto, pero son posibles de todas las formas, en la imaginación de los espectadores espontáneos que caminan por esas calles.
De sí mismo, en la presentación de su página web dice: “De manera obsesiva, David recorre las ciudades y desarrolla una cartografía atípica al centrar su interés por todo aquello que, en esos espacios de paso, separa y divide. Por más de 15 años, el adictivo ejercicio del grafiti le permitió investigar en ese tema. Hoy, lo hace a través del dibujo y de instalaciones monumentales in-situ, que se reapropia de algunas parcelas de esos territorios asépticos”.

Living the Dream, de David Mesguich. Foto: David Mesguich Website
Nacido en Francia, este escultor visual y conceptual vive y trabaja hoy entre Bélgica y su país natal. Se graduó en la Escuela de Bellas Artes de Aix-en-Provence, y ejerce el dibujo al mismo en paralelo a practica el grafiti.
Forma parte de la escena estética poligonal, elemento básico del glitch art, aunque también incluye referentes de videojuegos y aspectos de la dramaturgia del arte barroco. Su obra escultórica e instalación sale del trabajo con la tableta digital, donde comienza a trazar los planos a partir del dibujo técnico, para cobrar vida después en vivo, con papel en modelos tradicionales.
Sobre su trabajo, la crítica parece tener un común denominador para describirlo: cuestiona los límites que restringen la libertad de movimiento en el espacio público.
“Sus esculturas de láminas de polipropileno o plástico reciclado suelen medir entre 3 y 4 metros. Su inspiración vino de una historia familiar que lo sumergió en un universo violento y carcelario durante su juventud y los diez años que pasó vandalizando con grafiti”, indica un artículo de la revista alemana IGNANT.
“Con su trabajo, el artista intenta superar los límites físicos. Al colocar la obra Pressure en un espacio público sin permiso, el aspecto no autorizado de colocar una obra adquirió una dimensión completamente nueva. Los transeúntes se involucraban más o menos en la obra de arte, los niños la subían y despertaba la curiosidad de los espectadores”. Presiona los límites de la libertad, como bien han escrito sobre él y su trabajo.
En su portafolio se puede explorar la apropiación que logra del espacio público, a través de sus instalaciones. Una auténtica mezcla entre concepto matemático, existencial, activista de los derechos de movilidad y cuestionador de referencias… y referentes.