¿Cómo una artista puede impactar en el espectador?, ¿qué hace a su obra perdurar, que sus creaciones sobrevivan a la porosidad de la memoria? y ¿cómo es que un mural puede convertirse en fuente de creatividad inagotable, viva, y a la vez brindar personalidad propia a un ambiente?
Todas estas preguntas emanan después de ver y analizar varios de los murales creados por la artista Mónica Moussali a lo largo del tiempo, con ayuda de sus hijas, Rebeca y Arlete Haboba, quienes se han convertido en piezas cruciales de su estudio.
Resulta curioso, por decir lo menos, ver cómo estas tres mujeres trabajan para dar vida a obras de todos los tamaños, de muy diversos materiales y temas. El montaje de cada pieza podría calificarse como una especie de coreografía, etapa que resume el arduo trabajo de un equipo multidisciplinario. Exactitud, pericia y versatilidad van de la mano.
Mónica se ha convertido en una alquimista a la que le gusta experimentar con múltiples materiales para transformarlos y, junto con su hija Arlete, dar vida a piezas difíciles de crear. Para ellas no hay imposibles, solo retos a los cuales hacer frente para crear belleza y piezas que se convertirán en el foco de atención de cualquier espacio.
Tejido, de Mónica Moussali. Foto: Cortesía
Cuando decimos que Mónica Moussali crea murales para el siglo XXI significa que no teme a experimentar para materializar ideas arriesgadas, poco comunes. Ya sea en cuanto a diseño o textura de materiales, pues lo mismo trabajan con cerámica que con papel o resina y metales.
El material aparece ante las autoras según las necesidades del proyecto, pues mucho depende de lo que se quiere transmitir con esa pieza o lo que el comisionista que encarga el trabajo quiera sentir con la obra. Por ello tienen diferentes personas que les ayudan para trabajar de forma correcta cada material e, incluso, cada acabado.
Ellas tres son el eje rector en cada proyecto, pero trabajan de la mano con muchos artesanos (más de una veintena) quienes –cuentan de propia voz– se han convertido en una especie de brújula, pues todas esas personas juntas han aprendido a sortear todo tipo de retos.
“Es muy bonito todo lo que hemos logrado juntos, porque si a nosotros nos va bien, a ellos también; trabajar de la mano con tantos artesanos nos ha permitido verlos crecer en el ámbito personal y profesional”, explica Arlete Haboba.
Lluvia, de Mónica Moussali. Foto: Cortesía
La forma de trabajar de Mónica, Rebeca y Arlete se ajusta y transforma (cual alquimistas son) según las necesidades de cada proyecto. No tienen una fórmula estandarizada porque cada obra es un universo completamente diferente. A veces primero escuchan las expectativas de sus clientes para después conocer el espacio que albergará el mural y determinar la mejor opción, pues ellas, con la experiencia que acumulan, pueden saber si algo funcionará (o no) y así se lo harán saber, ya que de no considerar algo viable, buscarán otra opción.
Esa forma de trabajar es la más personalizada, pero sus clientes también pueden adquirir alguna de las piezas que Mónica ha hecho previamente y están disponibles para el espacio que tienen en mente. Entre las tres grandes series con las que cuenta –abstractos, ensamblados y geométricos– se hallará la opción ideal, que de eso no quede duda.
Parte de la experiencia que Mónica Moussali brinda a sus clientes va mucho más allá, pues no se trata de comprar una obra sino de vivirla al seleccionar el mejor color, sus dimensiones y los materiales de los que estará hecha. Mónica, Rebeca y Arlete se encargan de involucrarlos en el proceso, que puede llegar a tomar hasta un año en el caso de murales monumentales, para que obra tome otras dimensiones en la vida de quienes la adquieren.
Finalmente, pero no menos importante, llegará el momento de montar la pieza y como ocurre con las pinturas que vienen en cajas y enumeradas, se montarán una a una las piezas en el orden correspondiente y con todas las medidas de cuidado necesarias para que la obra quede perfecta, como la visualizó Mónica para dicho espacio.
Ola fusionada, de Mónica Moussali. Foto: Cortesía
Pero aún queda hablar sobre quienes son los principales clientes de Mónica Moussali y cuál es el abanico de posibilidades con el que cuenta ya que, como esbozamos, cualquiera podría tener en su hogar un Mónica Moussali por descabellado que esto suene, pues la artista ha pensado en todo, pero eso lo contaremos en la cuarta y última entrega de esta serie.
+++ Si estás interesado en adquirir un muro u obra específica de Mónica Moussali, por acá te dejamos su página web, cuenta de Instagram (@monicamoussali_art) y el teléfono en el que podrás pedir informes (T: 5519631737).