Pícaras y sensuales (aunque normalmente dejan algo a la imaginación), las pin-ups hacen que muchos de nosotros pensemos en la época que rodeaba la Segunda Guerra Mundial. Pero en realidad, el pin-up incluso precede a la Primera Guerra Mundial. Y, curiosamente, se produjo gracias a la bicicleta.
Las mujeres en bicicleta significaron algo más que una reducción del tiempo de viaje; fue la introducción de una era en la que las mujeres ya no necesitaban la ayuda de un hombre para ir de punto A a punto B.
Pero hubo un problema: la composición de la bicicleta no facilitó (en nada) el uso para las mujeres del siglo XIX, que por lo general vestían vestidos y faldas hasta el suelo.
Debido a esto, las mujeres comenzaron a usar pantalones más funcionales y ajustados, inevitablemente resaltando las formas que alguna vez ocultaron sus faldas.

Mientras ministros y médicos hacían campaña contra las bicicletas bajo el pretexto de la seguridad, las mujeres, según estos expertos, podía dañar su frágil estructura interna (así como la posibilidad de que la fricción del asiento provoque excitación) si andaban en bicicleta, pero el movimiento del sufragio femenino adoptó las libertades que el nuevo modo de transporte les brindaba.
En 1895, el ilustrador de la revista Life, Charles Dana Gibson, cambió para siempre el futuro de la moda femenina con imágenes de lo que vio como la personificación del ideal femenino de belleza.
Las representaciones de mujeres bien dotadas con figuras de reloj de arena y labios carnosos se conocieron como la Gibson Girl, que Gibson consideraba la combinación de miles de chicas americanas.
Las imágenes se publicarían en las páginas de la revista Life durante los siguientes 20 años e inspirarían a innumerables imitadores.
A medida que la tecnología de impresión avanzaba, más y más revistas presentaban imágenes de esta belleza idealista inalcanzable. Por primera vez en los Estados Unidos, los hombres tenían al alcance de la mano una fuente de fantasía femenina fácilmente alcanzable.
A fines del siglo XIX, el uso del calendario se había extendido a la publicidad. Si bien el primer calendario con George Washington no logró que los mercados clamaran por más, el concepto seguía siendo una gran promesa. El nacimiento en 1903 de la “chica calendario”, Cosette, lo probaría.
Lo que se convertiría en el pin-up familiar comenzó a tomar forma en 1917, cuando la administración del Presidente Wilson creó la División de Publicidad Pictórica durante la Primera Guerra Mundial.
La división movilizó a todos los medios de comunicación en la creación de propaganda que impulsaría el esfuerzo de guerra de Estados Unidos. Después de todo, el sexo vende y a principios del siglo XX los Estados Unidos hizo que también reclutara.
Cuando los hombres regresaron de la guerra, las mujeres de los locos años 20 no estaban dispuestas a renunciar a la libertad que habían adquirido durante la ausencia de sus maridos. Al combinar esto con la atmósfera de rebelión que ayudó a definir el periodo de Prohibición y la ropa cada vez más reveladora, reflejaba una sociedad en constante apertura.
Los artistas que daban forma a los calendarios siguieron y ayudaron a dar forma a estos cambios en la vestimenta y la actitud: con el tiempo, las pin-up se volvieron mucho más burlonas y coquetas.
La popularidad, cada vez mayor de esta forma de arte, inevitablemente se desvaneció en otros medios. Hollywood no tardó mucho en la tendencia, así que pronto los ejecutivos de cine comenzaron a usar imágenes cargadas de contenido sexual para promocionar muchas de sus películas.
Llegó la Segunda Guerra Mundial así que decidieron utilizar pin-ups en materiales de reclutamiento, carteles y calendarios que promocionaban la compra de bonos de guerra.
Muchos consideran que esta fue la "Edad de oro" de las pin-up debido a que se encargaron miles de imágenes para levantar la moral de los soldados mientras luchaban en el extranjero. Su alcance fue poderosísimo.
Y ahora, a medida que lo retro se convierte en un punto de interés e inspiración para mucho, la popularidad de las pin-up está aumentando nuevamente, lo que resulta sencillamente fascinante.
