¿Alguna vez te has preguntado en qué o quién se inspiran los artistas plásticos para crear esas grandes obras que se vuelven su gran gran legado?
Lo cierto es que todo artista, sin importar cuan grande y famoso sea, siempre buscará una fuente de inspiración y muchas veces esta la encuentra en el trabajo de otro gran creador y precisamente por eso hoy hablaremos de tres grandes de la pintura que hallaron en las composiciones de Wolfgang Amadeus Mozart esto.
El primero de ellos es el famosísimo Mark Rothko, uno de los pintores abstractos más conocidos de Estados Unidos. Increíble, ¿no?
La pregunta a hacer en este punto es: ¿qué tiene la música de Wolfgang Amadeus Mozart que tanto atrajo al alma de Rothko?
De acuerdo con Christopher Rothko, el menor de los dos hijos del artista, fueron las composiciones de Mozart las que conmovieron a su padre y en las que halló sus principios estilísticos. Su influencia va más allá de simplemente escucharlo y adorarlo, de ponerlo de fondo mientras trabajaba.
Si se analiza el trabajo de ambos, el de Rothko y Mozart, se detectará una clara correspondencia en la forma que ambos se comunican, expresando, con sencillez, una idea compleja.
“Me hice pintor porque quería elevar la pintura al nivel de intensidad de la música y la poesía”, declaró Mark Rothko.
Hasta cierto punto, las obras de Rothko son como las melodías de Mozart: llenas de una inusual simplicidad, lo que permite ver (y sentir) al espectador el complejo (y emocional) trasfondo.
En cada cuadro, como en cada composición, existe una estructura de naturaleza notablemente musical debido a la armonía y equilibrio con las que cuentan.
Pero Rothko no fue el único artista plástico que halló en Wolfgang Amadeus una gran fuente de inspiración.
Resulta que el alemán Gerhard Richter, uno de los artistas más cotizados de la actualidad, también es gran admirador del famoso compositor.
La obra del considerado como el Picasso del Siglo XXI va entre la figuración y la abstracción, por lo que llama la atención que también encuentre resonancia en este artista
De hecho, Richter no suele ni ponerles títulos a sus obras pero decidió ponerle Mozart a una que llevó a cabo en 1981.
En dicha pieza, al igual que lo que pasa con las creaciones de Rothko, los sentimientos se intensifican y se percibe claridad.
El tercer caso lo encontramos en otro alemán, el famoso impresionista Max Slevogt, quien tuvo una estrecha relación con las óperas de Mozart.
Fue tal su admiración hacia este genio musical que en su casa decidió colgar retratos y dibujos del mismo. Lo anterior sorprende, pero también resulta comprensible debido a que escuchar sus composiciones puede resultar poco para tenerlo presente y en aquella época no había otra forma más que esta.
Una de las obras con las que Slevogt decidió mostrar su admiración a Mozart es La canción del champán, retrato que plasma a la estrella Francisco d'Andrade con el traje color champán de Don Giovanni, ópera de dos actos creada por el originario de Salzburgo.