El cine de Wong Kar-Wai es una irrefutable prueba de que el cine coreano es igual de bueno y emocionante como las historias contada en Europa, Estados Unidos o Latinoamérica.
Wong, el responsable de una de las películas más aplaudidas de este siglo, nació en Shanghái en 1958, y a los cinco años fue trasladado con sus padres a Hong Kong debido al estallido de la Gran Revolución Cultural Proletaria.
Fuente: Gatopardo
Como solo sabía hablar mandarín, vivió su infancia retraído de los demás debido a la pena de poder expresarse verbalmente, por lo que su encanto por el cine se dio casi inmediatamente.
Tras graduarse de la carrera de diseño gráfico en la Politécnica de Hong Kong, se enroló en el Curso de Capacitación en Producción organizado por la Television Broadcasts Limited (TVB), y se hizo guionista de televisión a tiempo completo.
A mediados de los 80, aceptó un trabajo en la estación de televisión local como guionista/director para The Wing Scope Co., así como en In-gear Film Production Company, las casas productoras del destacado actor/productor Alan Tang, donde pudo recibir una probada de la industria cinematográfica.
Después de varias, entregas, el guinoista recibió su primer gran reconocimiento, una nominación a los premios de la Academia de Hong Kong, por el guion de Final Victory, una película de acción de 1987 dirigida por Patrick Tam.
Con mucho esfuerzo, y a través de los contactos que había cosechado con la nominación al premio más importante de la región, el joven obtuvo suficiente rédito para hacer su primera película como director y decidió hacer una de gangsters, una trama muy recurrente de la época, con la que estrena As Tears Go By, el deslumbrante primer largometraje de Wong Kar Wai, un thriller policial cinético e hiperfresco ambientada en medio del despiadado inframundo de las mafias de Hong Kong.
Esta película de ambición, honor y venganza, protagonizada por Andy Lau Tak Wah como un matón de poca monta que se encuentra dividido entre un floreciente romance y su lealtad a su compañero de cañón suelto en el crimen, cuyos imprudentes intentos de hacerse un nombre desencadenan una espiral de violencia, marcaría el potencial de las historias y la estética de las películas del cineasta.
Wong continuaría explotando sus imágenes exuberantes y sensuales, bandas sonoras perfectas y romanticismo vertiginoso con su segunda obra Days of Being Wild, una conmovedora historia de deseo frustrado que representó el primer florecimiento completo de su estilo característico. Más tarde, recuperaría su esencia con en Fa yeung nin wa (In the Mood for Love) del año 2000; y 2046, estrenada en 2004.
A pesar de que estos trabajos forjaron su importante carrera internacional al ser nominado a los Premios BAFTA, Independent Spirit Awards, y ganar el premio a la mejor película extranjera en los Premios César y a mejor actor para Tony Leung en el Festival Internacional de Cannes, no fueron bien acogidas por el público hongkonés, que esperaba encontrar más acción en las películas.
Continuó trabajano y estrenó posteriormente Ashes of Time, en 1994, una obra de artes marciales con pocas escenas de lucha y más concentrada en el desarrollo de una historia dramática, un nuevo fracaso en taquilla, luego Chungking Express, en 1994, que traza en espacios paralelos las extravagantes aventuras románticas de dos solitarios de Hong Kong. La película es una exploración de los complejos temas de la identidad y la ansiedad mientras la ciudad se enfrentaba a tiempos complicados y cambiantes, que además logró darle a su carrera el reconocimiento internacional que merecía, con elogios del director Quentin Tarantino y la revista de ine Cahiers du Cinéma, que le dió al director exposición en Occidente.
En 1997 dio a conocer Happy Together, que logra triunfar en el Festival Internacional de Cannes consiguiendo el premio a mejor director, y luego 2046.
Para el año 2000, Wong presentó In The Mood for Love, una historia que cuenta un romance que viven dos personas tras de descubrir la infidelidad de sus parejas y que salió el mismo año que Réquiem por un sueño de Darren Aronofsky, Memento de Cristopher Nolan y Gladiator de Ridley Scott. No obstante, el proyecto del coreano fue legida por la BBC como la segunda mejor película del siglo XXI, la primera siendo Mulholland Drive de David Lynch.
Tras el éxito, inició su incursión en el cine de Estados Unidos, al cual se le uniría My Blueberry Nights, donde trabajó con Norah Jones, Jude Law y Natalie Portman, con quienes abrió el Festival de Cannes de 2007.
Partiendo de solicitarle al reparto estar a la altura de los personajes y rodando sin guión, las películas de Wong son historias que han cautivado al público y a los críticos de todo el mundo e inspirado a innumerables cineastas con sus estados de ánimo poéticos y su música, su atrevimiento narrativo y estilístico, y sus potentes temas de alienación y memoria.
Hasta la actualidad, continúa produciendo cine tanto en Estados Unidos como en China, por lo que llega a diversas audiencias. En 2019 anunció que comenzaría a rodar la Serie Blossoms, que sería una secuela de In the Mood for love y 2046, películas que se pausaron por la pandemia.
Al final, Wong Kar Wai es emoción, historias que no se quedan en la superficie: ahondan a través de la música y la estética en lo más profundo de la psique humana, sin dejar de lado su sutil análisis a la confusa identidad hongkonesa.
Ya sean trágicamente románticas, empapadas en sangre o extrañamente cómicas, el cineasta coreano es una invitación profundamente influyente a un mundo único y melancólico que demuestra que el cine coreano se coloca en lo más alto de la calidad cinematográfica.
"No vives para las personas, vives para ti mismo", ha mencionado quien sigue presumiéndose como uno de los directores más interesantes de nuestros tiempos.