Liu Jiyou fue un reconocido pintor chino que resalta entre sus contemporáneos por la fasciannte fusión del estilo tradicional caligráfico en China con la vistosa narrativa de las novelas gráficas también conocidas como cómics.
Nacido en un pueblo pequeño en 1918 mientras su país hacía frente a un camino revolucionario tras el final de la Primera Guerra Mundial, Liu Jiyou creció viendo a su padre, otro pintor que se fascinaba por retratar la naturaleza y a los animales presentes en ella.
Se fijó detenidamente en la paciencia de su padre, tanto cuando se sentaba a observar su entorno como para llevar a cabo el detalle de sus colores, convirtiéndose tanto en inspiración como distracción de la dureza que azotaba a su país, uno en las vísperas de una revolución social que empezó a ver el modelo soviético como ejemplo a tomar.
Desde muy pequeño fue encargado a varios maestros que velaron por su educación, y antes de cumplir los 10 años, se enroló en la Academia de Bellas Artes de Tianjin, donde aprendió la pintura tradicional china y las técnicas occidentales que empezaban a abundar en la educación artística de aquellos jóvenes aspirantes a pintores.
A la par de sus estudios, creció como un joven reservado, tímido, pero creativo y siempre cargando dibujos de figuras fantástica y naturaleza. Tras su graduación, desarrolló su propia voz distintiva al combinar pinceladas sueltas y el estilo elegante de la caligrafía china, y combinarlos con los elementos del arte occidental.
Fuente: Bonhams
El resultado fueron dibujos hipnotizantes con una narrativa de dioses, guerreros y animales fantásticos con una singular expresión que le valieron rápidamente un trabajo en la industria de las novelas gráficas.
Mientras en su país se establecía la República Popular China en 1949 y luego pasó por la Revolución Cultural que terminó en 1976, Liu, como muchos otros artistas, trabajaron para una editorial controlada por el estado, donde produjeron cómics que sirvieron en gran medida como propaganda para el nuevo gobierno de Mao Zedong.
No obstante, el trabajo de Liu siempre se caracterizó por su dinamismo y energía que daba como muestra una pintura gestual que inicialmente parece rápida y simplista, pero captura lo esencial de cada estilo que emplea.
Cuando finalmente China entró más a un proceso de globalización al inicio de la década de 1980, el pintor comenzó a expandir sus obras a más lugares y galerías, dando finalmente el salto del cómic al lienzo como muchos de sus colegas le habían sugerido.
El éxito de Liu le ha valido su nombramiento como director de la Federación de Artistas Chinos y vicepresidente del Instituto de Investigación de Pintura de Figuras Humanas de Trazos Detallados de Beijing.
Fuente: Christie's
Sin embargo, a pesar de que iniciaba su presencia física en el gremio global de la pintura que tanto merecía, murió en 1983 dejando atrás varias obras que no solamente resaltan por su detalle y precisión, sino como el cuento de una fábula encantadora.