Tsukioka Yoshitoshi creó obras sumamente violentas e imaginativas, pero también composiciones llenas de armonía y belleza.
Con la luna como testigo imparcial de la milenaria cultura japonesa, el genial artista del siglo XIX Tsukioka nació el 30 de abril de 1839, en Edo. Su nombre original era Owariya Yonejiro y su padre fue un rico comerciante que había comprado su camino al estatus de samurái.
A la edad de 3 años, Yoshitoshi se fue de casa para vivir con su tío, un farmacéutico, y a la edad de 5,se interesó por el arte, así que comenzó a recibir lecciones de su tío, quien compartía sus mismos gustos.
En 1850, cuando tenía 11 años, su tío lo introdujo a Kuniyoshi, uno de los grandes maestros del grabado en madera japonés, que se convirtió en su mentor y, a su vez, le dió su nombre artístico "Yoshitoshi", que denota el linaje en la Escuela Utagawa.
Aunque no fue visto como el sucesor de Kuniyoshi en aquel entonces, ahora sí reconocido como su alumno más importante.
Durante sus años formativos, Tsukioka Yoshitoshi se concentró en perfeccionar sus habilidades de dibujo y a copiar los bocetos de su mentor, quien le inculcó la importancia de intentar plasmar la vida real a través de la pintura, algo inusual en la formación japonesa porque el objetivo del artista era capturar el tema en lugar de hacer una interpretación literal del mismo.
Bajo este esquema, en 1853 comenzó a producir una gran cantidad de impresiones, estimadas por algunas autoridades en más de 10 mil en total, esto incluyendo muchas series de grabados, así como numerosos dípticos y trípticos, aunque tuvo un largo lapso de pausa ya que una enfermedad mental azotó a su maestro.
Como muchos japoneses, aunque estaba interesado en las cosas nuevas del resto del mundo, con el tiempo se preocupó cada vez más por la pérdida de muchas cosas destacadas del Japón tradicional, entre ellas el clásico grabado en madera, convirtiéndose en una práctica que adoptaría toda su carrera, al igual que los óleos y los lienzos que le dieron un distintivo lugar dentro de la corriente Nihonga.
Aunque su vida no fue fácil después de la muerte de Kuniyoshi en 1861, Yoshitoshi se las arregló para producir algo de trabajo, de las cuales se conocen 44 impresiones de 1862. Dos años más tarde, publicó 73 diseños, en su mayoría impresiones kabuki, y también contribuyó con diseños a la serie Tokaido de 1863 por artistas de la Escuela Utagawa.
Mientras trabajaba a la antigua, Japón estaba frente a los métodos de reproducción masiva que eran comunes en Occidente, como la fotografía y la litografía. No obstante, en un país que aún se encontraba alejado del mundo pero también de su propio pasado, este pintor japonés logró, casi sin ayuda, llevar el grabado en madera japonés tradicional a un nuevo nivel antes de que muriera con él.
A partir de la década de 1970, se reanudó el interés por él y su arte que siempre se cumplió con calidad, originalidad y genio, al grado en que logró conservar lo mejor de la antigua xilografía japonesa.
Su visión y su coraje por la expresión, a la par de sus sufrimientos y penas causadas por la muerte y el abandono, hicieron que su reputación creciera como era debido, aunque solo después de su muerte, tanto en Occidente como entre los japoneses más jóvenes.
Al día de hoy, Tsukioka Yoshitoshi es reconocido como el mayor artista japonés de bloques de madera de su época. La serie de estampas Cien aspectos de la luna (1885-1892) fue su gran obra maestra. Murió el 9 de junio de 1892, Ryogoku, Tokio, Japón.