Brett Baker, un artista estadounidense casado con la tradición de la pintura al óleo, emerge como uno de los exponentes más llamativos de la corriente del Excesivismo.
Las pinturas del también bloguero y escritor de arte que actualmente trabaja en Carolina del Norte son un choque violento entre colores, patrones y dibujos, adheriéndose a la dialéctica de variedad y unidad que lo hacen verse como un descendiente lejano de la pincelada constructiva que tenía Paul Cezánne.
Brett, que además tiene un trabajo diario y las obligaciones de un padre de familia, comenzó principalmente con pinturas más pequeñas, no con estudios para obras más grandes, sino como obras sustanciales por derecho propio, pero conforme fue adquiriendo espacios en algunas de las galerías más importantes de los Estados Unidos, los lienzos de Baker se expandieron, logrando trabajos mucho más grandes donde las pinceladas de colores vivos se encuentran entre texturas rocosas y un orden indefinido.
Sin una rutina de trabajo establecida, Brett Baker ha logrado integrar su rutina de trabajo y estudio con los procesos de su vida, y lo explica de la siguiente manera:
"Cuando estoy en casa, mi estudio está a un paso, así que si tengo cinco minutos, los voy a utlizar para pintar (...) Mi tiempo de pintura más abundante es por la noche, por lo que no es raro que pinte desde las diez de la noche hasta las tres o cuatro de la mañana, a. M. También traigo pinturas sin terminar a casa para tener nuevos trabajos frente a mí, de aquí han salido algunas de las ideas más determinantes."
Por otra parte, a pesar de contar con un proceso que le ha permitido explotar su creatividad y tiempo, Brett es un creyente de que los espacios de trabajo impactan definitivamente tu obra, ya que así lo ha visto con sus pinturas con el paso de los años.
"En 2003," menciona el exponente del exceso, "me mudé de un enorme estudio de ensueño en el norte de Nueva York a un pequeño apartamento. Estuve en el centro de la ciudad, lo cual fue fantástico, pero también tenía muy poco espacio, lo cual fue un shock, sin embargo, fue donde más encontré mis formas. Lo que perdí en el espacio lo gané en tiempo."
Esta nueva adopción en la rutina de Baker se reflejó perfectamente en su primera instalación en 2007: una pintura independiente de 30 pies de largo que daba a la pared. Aunque la pintura era grande, el espacio que creaba era íntimo.
Con esto, Brett Baker logró algo vital que le definiría en los años por venir: hizo que la pintura y el color se convirtieran en una especie de refugio para el espectador.
Ahora, tras los primeros éxitos, Brett ya pinta en un taller de garaje que alberga herramientas de jardín y bicicletas, que es mucho más grande que su departamento. Con ese espacio adicional, las superficies más grandes empezaron a cobrar el protagonismo que hoy poseen.
Además de pintar, el dibujo le proporciona energía al artista que tiende a concentrarse en una sola pintura para luego dejarla reposar mientras trabaja en otras. Así, con alrededor de cincuenta pinturas en el tintero en ciertos momentos, la obra de Baker nunca ha visto una pausa realmente.
Confesándose en cuanto a sus procesos, Brett Baker explica que el espacio es el mayor problema para su arte, no por la dificultad de saber cómo rellenarlo, sino porque experimenta mucho más con soportes que con pintura, pero que usar el espacio al aire libre le ha ayudado a definir las posibilidades de su trabajo, uno que empezó en miniatura y se ha ido estableciendo como una enorme instalación de mensajes e ideas ocultas.