Las Guerrilla Girls se dedican a combartir el machismo y racismo en la industria del arte desde la década de los ochenta.
“¿Cómo puedes realmente contar la historia de una cultura si no incluyes todas las voces de esa cultura?”, esa frase bien podría resumir el activismo del colectivo.
En 1984 se formó este grupo de mujeres que cubren su identidad con máscaras de gorilas -se dice que ni sus familiares saben que son miembros del colectivo- y usan los nombres de mujeres artistas como pseudónimo, por ejemplo, una de ella se hace llamar Frida Kahlo.
Ellas luchan contra la falta de reconocimiento del trabajo de mujeres artistas y artistas de color, aunque su movimiento se extendió a industrias como la del cine.
“Somos la consciencia del mundo del arte”, escribieron en 1998 en su libro The Guerrilla Girls’ Bedside Companion to the History of Western Art.
Optaron por manifestarse en anonimato porque buscan que su causa sea la protagonista y no sus rostros ni sus nombres.
El colectivo surge en 1984 como respuesta a la exhibición An International Survey of Recent Painting and Sculpture, presentada por el Museo de arte moderno de Nueva York (MoMA), en donde, según el recinto, se presentaban a los artistas más destacados de todos los tiempos. De los 169 creadores que formaron parte de la muestra, 13 solo eran mujeres.
Imagen: Guerrilla Girls
Para llamar la atención del público, las Guerrilla Girls recurrieron al arte callejero y elementos publicitarios como arma de difusión.
A través de más de 90 posters, además de stickers -que pegaban en las ventanas y puertas de las galerías a las que denunciaban- y libros, han transmitido su mensaje al grado de llegar a ser expositoras de los museos a los que criticaron, como el MoMA y el Tate Modern.
Uno de sus trabajos más famosos es el poster Do women have to be naked to get into the Met Museum?, en el que exponen una estadística contundente sobre el Museo metropolitano de Nueva York: “menos del 5% de los artistas de la sección de arte moderno son mujeres, pero el 85% de sus desnudos son de mujeres”.
El afiche, que toma el cuerpo de una mujer de la obra Odalisque and Slave de Jean-Auguste-Dominique Ingres, fue comisionado por el Fondo de arte público de Nueva York, quienes después lo descartaron por “no ser lo suficientemente claro”.
Más tarde, las Guerrilla Girls rentaron publicidad en los autobuses de transporte público de Nueva York, quienes poco después cancelaron la renta del espacio publicitario porque “la imagen era muy sugestiva y parecía que la mujer tenía algo más que un abanico en la mano”.
Imagen: Guerrilla Girls
“Los posters eran groseros; daban nombres e imprimían estadísticas. Avergonzaban a la gente. En otras palabras, funcionaban”, escribió la historiadora de arte Susan Tallman para Arts Magazine sobre el trabajo de Guerrilla Girls.
Otro afiche destacado del colectivo es Dearest art collector, donde las integrantes dedican una carta a coleccionistas donde les hacen ver que no poseen suficientes obras hechas por mujeres. “Sabemos que te sientes terrible por esto y que rectificarás la situación de inmediato”, se lee en el mensaje de tono irónico, el cual va decorado con una flor con cara triste y fue escrito sobre un fondo rosa.
Imagen: Guerrilla Girls
La ironía y el sentido del humor son elementos clave en el activismo de la Guerrilla Girls porque los usan “para demostrar que el feminismo es divertido”.
El movimiento de las Guerrilla Girls se extendió a Europa, donde otras mujeres replicaron su método de protesta.
Imagen: Guerrilla Girls