Originario de Palo Alto Calfornia, Octavi Arrizabalaga (1988), mejor conocido como Aryz, creció en Cardedeu, una pequeña localidad de Cataluña cercana a Barcelona. Fue allí donde, debido a la desindustrialización de la región, Aryz halló los primeros espacios para desarrollar su talento plástico.
En este sentido, los muros circundantes de las fábricas y los almacenes abandonados alojaron las primeras obras de Arrizabalaga cuando descubrió, hacia el año 2000, el arte del graffiti.
Inmerso en la floreciente escena del muralismo barcelonés, para 2004 mudó sus aspiraciones de pintor y dibujante a las calles que lo rodeaban, y en 2007 creó el colectivo Mixed Media, en donde tomó el papel de especialista en creación de personajes.
Previo a convertirse en la estrella del grafitti que es actualmente, Aryz cambió las pinturas en aerosol por cepillos y extensiones telescópicas para tener una mejor cobertura y una paleta de colores más amplia.
Paulatinamente, conforme su producción aumentaba la documentación fotográfica y su respectiva difusión en línea, permitieron a Aryz alcanzar espectadores internacionales, hasta obtener su primer encargo en 2010 para llevar su arte a Turín.
Pronto extendió sus alcances a Polonia, Estados Unidos, Alemania y Francia, a la par que diversificó su estilo con la influencia de carteles publicitarios del siglo XX, imágenes de arte clásico europeo, bodegones y escenas pastorales.
Estudiante de Bellas Artes en la Universidad de Bellas Artes de Barcelona, la principal inspiración de Aryz se encuentra en las obras de cronofotografía de Jules Marey y Eadward Muybridge.
Walter Editions, prestigiosa marca de impresión que trabaja con los artistas más importantes, detalla que Aryz se considera a sí mismo como: “un pintor que ha tomado la calle como medio”, y afirma que “su capacidad para burlar las tendencias y las etiquetas le ha llevado a un estilo más cruda”.
En la actualidad, Aryz se ha enfocado en la exploración con la pintura al óleo, y continúa con el desarrollo de una obra plagada de contrastes, donde “la vivacidad de los colores contradice el primitivismo o la violencia de las formas”.