El impacto de transitar los primeros años de su vida en un país en guerra, animó al joven Osamu Tezuka a enrolarse en la carrera de medicina; no obstante, también fue un incentivo creativo que hizo descarrilar su imaginación hacia un universo trascendental.
Proveniente de la región de Toyonaka en Osaka, Japón, Tezuka arribó al mundo el 3 de noviembre de 1928 y, con el paso del tiempo, se desarrolló como escritor, dibujante, director de animación, productor y pianista.
A Osamu se le confiere la virtud de haber difundido, de manera masiva, la lectura y el consumo del manga japonés como medio de entretenimiento popular durante el periodo de posguerra.
Debido a que implementó una nueva manera de crear este tipo de historias tradicionales, desde su visión inspirada en el cine animado de la leyenda estadounidense, Walt Disney.
De las aportaciones más destacables que Osamu hizo en la narrativa del manga, fue reemplazar las viñetas de pocos cuadros por mangas de larga duración, que contenían tramas de mayor complejidad; a esta nueva narrativa se le denominó “caricatura de historia”.
Aficionado de los insectos, el primer gran éxito del artista fue el manga La nueva isla del tesoro. Posteriormente, hacia la década de 1950, se destapó su imponente potencial creativo con las caricaturas Kimba, el león blanco, La princesa caballero y Astroboy.
Esta última ―que se desprende de un trabajo anterior de Osamu, llamado Ambassador Atom (1951-1952) ― narra la historia del robot humanoide Atom, quien vive en una sociedad futurista del siglo XXI.
Dicha historia se convirtió en el trabajo más popular de Tezuka al debutar, en 1963, como la primera serie animada comercial en la televisión japonesa.
El trabajo del historietista se exportó a Estados Unidos, México, Europa y otras partes de los continentes asiático y americano, destacándose por subrayar el lado positivo de la vida.
De su trabajo también destacan los mangas Fénix, Black Jack, Buddha y Adolf (una crítica a Adolf Hitler y el régimen nazi).
En estas y varias obras más, Osamu Tezuka se caracterizó por abordar temas poco comunes en su época: la homosexualidad, la corrupción política, las armas químicas, etc.
Reconocido como el Dios del manga y con un legado de alrededor de 700 mangas, falleció el 8 de febrero de 1989 a la edad de 60 años.
De acuerdo a su biografía, Osamu: “creador de un gran patrimonio cultural y dotado de un espíritu pionero inmejorable… vivió toda su vida persiguiendo incansablemente sus esfuerzos”.