Giovanni Anselmo nació en Borgofranco d'Ivrea, Italia, en 1934, fue integrante del colectivo de arte povera que utiliza materiales sencillos para crear.
Se denomina arte povera a la creación plástica con materiales “pobres” que se pueden encontrar en la naturaleza como troncos, tierra, cuerdas, hierros, costales y piedras, entre otros, para criticar al sistema del arte establecido y provocar una reacción en el espectador.
Hay artistas de esta corriente que utilizan otros elementos poco convencionales como plástico, fuego, grasa, cera, y hasta animales vivos dentro de las exposiciones.
El arte povera proviene de las artes escenográficas, como el “teatro povero” de Jerzy Grotowski, el cual ya utilizaba materiales “pobres”, como tierra, cartón, palos o papel periódico, en sus escenografías.
Giovanni Anselmo, en la década de los 60 acudió al llamado del crítico y curador de arte, Germano Celant, para reunirse con otros artistas como Mario Merz, Giuseppe Penone, Michelangelo Pistoletto, Marisa Merz, entre otros, en torno al arte povera para crear con total apertura, y dar atención al mundo natural y a fenómenos físicos como la energía, los procesos de crecimiento natural, los cambios químicos de la materia, entre otros.
El infinito fue uno de los temas que más solicitó el trabajo de estos artistas.
Por ello, Anselmo buscó plasmar el infinito en su narrativa utilizando granito, madera, piel de animal, entre otros componentes.
“Struttura che mangia” (Estructura que come, 1968) es una obra compuesta por un bloque de granito en la parte superior del cual se une un bloque más pequeño de granito sujeto por un alambre de cobre, entre estos dos bloques hay una lechuga fresca. Cuando se seca, se crea un movimiento y el pequeño bloque impulsado por su peso se inclina. Por lo tanto, será necesario cambiar el elemento vegetal con frecuencia para mantener el equilibrio de esta escultura. La lechuga es quien conserva la estructura gracias a su “potencial energético”.
En la década de los 70, el artista italiano cambia la materia, u objeto, por las palabras, y las proyecta en las paredes y les da un contraste con luz y sombras. De tal forma que las palabras se transforman en objetos virtuales y efímeros que un día perecerán.