El legado del gran paisajista parisino Jean-Baptiste Camille Corot (1796-1875), rebasa las fronteras de su conocida herencia al impresionismo y su relevancia en la técnica del plen air, debido a su faceta como retratista.
Dicho ejercicio ha quedado parcialmente olvidado a voluntad del pintor, quien decidió resguardar en su taller los cuadros que él consideraba parte de un proceso total.
Sus pinturas le servían como bocetos para practicar las siluetas que posteriormente integraba a sus paisajes.
La mayoría de los personajes que aparecen en los retratos de Corot son modelos femeninas, a las que el artista pedía portar trajes griegos e italianos y posar leyendo o pintando. Y de quienes realizaba varias series a partir de una sesión de modelaje.
Sin embargo, Jean-Baptiste también realizó retratos de familia, de sacerdotes y pintó desnudos poéticos, el más conocido es El baño de Diana de 1870.
Corot, el pintor y sus modelos
En septiembre de 2018 el Museo Marmottan Monet de París dedicó una exposición al Caballero de la Legión de Honor, denominada Corot, el pintor y sus modelos.
Con la que sacaron a la luz un total de 75 pinturas, mayormente desconocidas.
Lo anterior a excepción de las obras Mujer con perla, una versión de la clásica Monalisa, y Mujer de azul, un cuadro que “transformó la moda contemporánea en un tema para la pintura”, declaró Sébastien Allard, conservador del Museo del Louvre y curador de la muestra, a la agencia de noticias RFI.
De acuerdo al libro Mundo y vida de grandes artistas I de Paul Westheim, el padrino del impresionismo dijo: "Un buen consomé, un buen vino, la buena música, las caras bonitas, han sido mis únicas aficiones".
Palabras que se vuelven realidad al adentrarse en la totalidad de su quehacer artístico.