Yves Klein desarrolló diversas técnicas a lo largo de su vida que lo definieron como un artista cuya obra no convencional respondía a un profundo deseo de despertar la conciencia espiritual del ser humano.
Entre todas las técnicas a las que recurrió para externar sus ideas y deseos, la denominada antropometría daría de qué hablar e innovaría en la forma de hacer arte.
Preocupado por romper con todas las formas de expresionismo existentes, Klein rechazó el pincel y buscó otros instrumentos para crear su arte.
Entre 1958 y 1960 comenzó a utilizar modelos desnudos como pinceles que creaban trazos dirigidos por Klein.
Mediante esta técnica, las formas del cuerpo femenino se redujeron a la dimensión esencial del tronco como símbolo antropométrico de la energía vital.
En marzo de 1960, Klein exhibió sus Antropometrías en la Galería Internationale d’ Art Contemporain del conde Arquian causando un gran furor.
Modelos desnudas y una orquesta de veinte solistas acompañaron al artista durante el proceso de creación que duró cuarenta minutos y al que asisitieron decenas de espectadores.
Con la realización de estos eventos, Klein innovaba también en el mundo que hoy conocemos como el performance.
Esa presentación pública antecedió a medio centenar de antropometrías sobre papel y otras tanta en seda en las que la anatomía, expresividad y talento de cada modelo imprimía su sello único.
La ingravidez resultó un detalle central en las antropometrías de Klein, sobre todo en las que fueron hechas en grandes formatos.
Para Klein, las antropometrías significaban una energía vital, real y portadora de vida, por ello, la única forma de crearlas era a través de cuerpos reales en un trabajo conjunto que asemejaba a un ritual espiritual.
