La práctica de perforar una parte del cuerpo humano para insertar aretes u otras piezas de joyería es conocida como piercing.
Anglicismo, gerundio del verbo to pierce: perforar, atravesar, se adapta al español como piercing.
Por cultura, religión, moda, erotismo y gusto personal, la humanidad a lo largo del mundo perfora diversas zonas de su cuerpo.
La perforación de orejas, boca o nariz tiene su origen en los rituales de iniciación a la vida sexual o adulta de las sociedades tribales.
La transición de la adolescencia a la madurez también está relacionada con la capacidad de tolerar el dolor, es por ello que diversas tribus conmemoran ese paso con perforaciones.
En algunas tribus de la isla asiática de Borneo se hacían perforaciones en la región de los genitales masculinos y los jóvenes llevaban implantes de hueso en el glande.
Para los mayas y aztecas, el piercing tenía fines religiosos, mientras que los egipcios e indios se perforaban diversas partes del cuerpo para hacer notar sus posiciones en la jerarquía social o en el sistema de castas.
Los romanos veían las perforaciones corporales como adornos y un asunto de vanidad.
Para el siglo XIX la práctica del piercing perdió fuerza e incluso comenzó a ser discriminada; sin embargo, en la década de los sesenta volvió a tomar fuerza y permanece hasta nuestros días.
¿Sabías que?
- En las Islas Aleutianas, esquimales y pueblos de la zona se colocaban piercings en los labios para marcar etapas importantes de su vida como la pubertad, el matrimonio o el inicio de su vida como cazadores.
- En la antigua China, en las dinastías Xia y Shang a las jóvenes de 12 y 13 años de edad que contraían matrimonio se les incrustaban agujas de oro en las orejas.