La artista argentina conocida como MUMI emplea plumas, flores, hojas e imágenes antiguas para dar forma a eclécticos y bastante surrealistas collages.
A partir de enciclopedias antiguas, revistas y pinturas históricas, esta joven artista corta y superpone imágenes en vibrantes composiciones que oscilan entre lo caprichoso y lo extraño.
Liderados por una narrativa más amplia, sus collages mezclan estilos, épocas, colores y texturas en retratos desorientadores, todos estimulados por el deseo de experimentar de la propia artista.
La inspiración de la también profesora de idiomas, que actualmente vive en Villa Gesell, Argentina, proviene de la naturaleza y el mar que le rodea.
Resulta que el camino de esta artista autodidacta en el mundo del collage comenzó cuanto tenía entre 13 y 14 años, pues un buen día sencillamente decidió empezar a hacer tarjetas de felicitación personalizadas para sus amigos y familiares.
Cada tarjeta tenía un tema especial ya que MUMI buscaba que sus seres queridos tuvieran un regalo único que representara el vínculo entre ellos, lo que permitió ver de lo que era capaz de hacer (e imaginar).
Con el paso de los años, esta artista argentina probó diferentes ramas artísticas, desde la talla en madera, la cerámica, la serigrafía y el diseño gráfico, pero no encontró ni la pasión ni el éxito en ninguna de estas disciplinas.
Por azares del destino, como si hubiera presentido que estaría encerrado por mucho tiempo y que necesitaría un nuevo pasatiempo para pasar horas, MUMI decidió comprar una tabla de cortar poco tiempo antes de que empezara la pandemia por Covid-19.
El tiempo en confinamiento le dio a esta artista la oportunidad de centrarse en el collage y de encontrar en dicha disciplina una profunda y bastante inesperada herramienta de autoexploración.
Cuando MUMI corta una imagen cuenta entre sus dedos con posibilidades infinitas ya que suele sacarla de contexto, de su significado directo, para así brindarle a esta un nuevo ambiente surrealista.