A partir de cinco autorretratos, el Museo de Arte Moderno de México rinde homenaje a la fotógrafa Graciela Iturbide –una de las principales exponentes a nivel nacional e internacional– con la exposición “Retratos para un ritual”.
Iturbide tiene un peculiar estilo en el que combina el enfoque documental con la sensibilidad poética. Su cámara aporta la mirada extraordinaria en las cosas ordinarias, desnuda lo maravilloso y complejo de lo habitual; lo simple y lo marginal se vuelve extraordinario y profundo.
El Museo de Arte Moderno abrió al público la exposición como parte de los proyectos que dan continuidad al trabajo de la Sala Manuel Álvarez Bravo, dedicada a la fotografía.
“La exposición ofrece una lectura de su obra a partir de cinco autorretratos, con los que se explora su carrera y visión artística. Estas imágenes autorreferenciales dialogan con una selección de fotografías de Iturbide, parte del acervo del MAM. De esta manera, nos adentramos a su mirada metafórica e intuitiva, en donde la propia efigie de Iturbide nos sirve como hilo conductor de diversas aristas de su oficio”, señala el dossier de prensa del Museo.
Autorretrato, 1996. Graciela Iturbide. Foto: Fomento Cultural Citibanamex
La muestra reúne 25 fotografías del acervo del Museo de Arte Moderno, las cuales van desde trabajos tempranos de 1978 hasta piezas más recientes de 2011.
Con Retratos para un ritual se rinde homenaje a una creadora que sigue apuntalando los derroteros del arte fotográfico y da continuidad al proyecto de la Sala Manuel Álvarez Bravo, inaugurada en octubre del año pasado, como un espacio dedicado exclusivamente a la fotografía.
Graciela Iturbide nació en 1942 en la Ciudad de México. En 1969 ingresó al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México para convertirse en directora de cine. Sin embargo, pronto fue atraída por el arte de la fotografía practicada por Manuel Álvarez Bravo, quien estaba enseñando en la misma universidad.
De 1970 a 1971 trabajó como su asistente, acompañándolo en viajes a través de México. A principios de los años 70, Iturbide viajó a través de Latinoamérica, en particular a Cuba y Panamá. En 1978, la artista fue comisionada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena del país y decidió fotografiar al pueblo Seri, un grupo de pescadores nómadas en el desierto de Sonora, al noroeste de México y cercano a la frontera con Arizona.
Nuestra Sra de las Iguanas. Graciela Iturbide. Foto: ArtNexus
En 1979 fue invitada por el artista Francisco Toledo a fotografiar el pueblo de Juchitán, el cual forma parte de la cultura zapoteca en Oaxaca, en el sureste mexicano. La serie iniciada en 1979 y continuada hasta 1988 tuvo como resultado la publicación del libro Juchitán de las mujeres en 1989.
Entre 1980 y 2000, Iturbide fue invitada a trabajar en Cuba, Alemania, India, Madagascar, Hungría, París y Estados Unidos, produciendo un importante número de trabajos.
Ha expuesto individualmente en el Centre Pompidou (1982), el San Francisco Museum of Modern Art (1990), el Philadelphia Museum of Art (1997), el Paul Getty Museum (2007), la Fundación MAPFRE, Madrid (2009), el Photography Museum Winterthur (2009) y la Barbican Art Gallery (2012), entre otros.
Entre los reconocimientos que ha recibido destacan el premio de la W. Eugene Smith Memorial Foundation, 1987; el Grand Prize Mois de la Photo, París, 1988; la Guggenheim Fellowship por el proyecto Fiesta y muerte, 1988; el Hugo Erfurth Award, Leverkusen, Alemania, 1989; el International Grand Prize, Hokkaido, Japón, 1990; el Rencontres Internationales de la Photographie, Arles, 1991; el Hasselblad, 2008; el Premio Nacional de Ciencias y Artes, Ciudad de México, 2008; además obtuvo el Doctor honoris causa en Fotografía por el Columbia College Chicago en 2008; y el honoris causa en Artes por el San Francisco Art Institute en 2009.