
Otto Mueller y la armonía entre el ser humano y la naturaleza
Otto Mueller, frecuentemente llamado el "Gypsy-Mueller" debido a su preferencia por las figuras de tipo gitano en su trabajo, fue el más lírico de los pintores expresionistas alemanes, y hoy es el turno de conocer su arte fascinante.
Su obra, que casi nunca fechó y de la que destruyó una parte no determinada, destacó por su grafismo y la búsqueda de la calidad bidimensional del lienzo.
Nació el 16 de octubre de 1874 en la antigua ciudad de Liebau, en la Silesia alemana (actual Polonia). Su madre había sido adoptada siendo una niña, lo que dio lugar a la historia de que era hijo de una gitana, una historia que nunca negó. Al principio de su vida, estudió litografía, que lo había acompañado a lo largo de su carrera, y desarrolló un interés por la pintura simbolista.

La obra "AUTOPORTRAIT", de 1924. Fuente: Puzzle Factory
Era primo de los famosos escritores y dramaturgos alemanes Gerhart y Carl Hauptmann (la novela de este último "Einhart der Lächler" es un retrato imaginario del pintor). Después de cuatro años de aprendizaje con un litógrafo, Mueller ingresó a la Academia de Bellas Artes de Dresde en 1894, sin embargo, no estuvo satisfecho con las instrucciones conservadoras y se fue después de dos años.
Los siguientes años vivió cerca de sus influyentes primos, y por un corto tiempo en 1908 se fue a Munich para estudiar con el pintor simbolista alemán Franz von Stuck. La información sobre su vida y obra hasta 1908, cuando se instaló en Berlín, es incompleta, especialmente porque el artista destruyó muchas de sus obras anteriores, no obstante, fue sumamente influyente en el desarrollo de su arte.
En Berlín, Mueller conoció al escultor expresionista Wilhelm Lehmbruck, cuyo concepto de la forma humana tuvo una influencia decisiva en su propia percepción. Cuando en 1910 se rechazaron sus entradas a la exposición de la Secesión de Berlín, se unió a los miembros del grupo de artistas "Die Brücke" (El puente) y expuso con la Nueva Secesión y así conoció a Ernst Ludwig Kirchner, Ernst Heckel y Karl Schmidt, de quienes se sintió ligeramente influenciado por sus técnicas de grabado en madera, y a ellos les aportó a cambio su experiencia en litografía y especialmente sus técnicas de pintura al temple (colores unidos por pegamento o tamaño).
En estos años, comenzó a incorporar escenas idílicas de bañistas en paisajes y retratos de desnudos en formas planas y distorsionadas típicamente expresionistas, y hubo un poco más de su presencia en el escenario pictórico.
Lo que lo diferenciaba de los demás era su técnica atípica, ya que utilizaba pintura al temple sobre lienzo en bruto, que al secarse creaba un efecto de acabado mate.
Los colaboradores más cercanos de Mueller, incluidos escritores y críticos, lo consideraban definitivamente un "romántico" y otros incluso un "mago". El poeta Carl Hauptmann modeló su libro Einhart der Lächler (1907), que era una especie de biografía de un artista, a partir de él, sentando así una piedra angular para el mito que rodea al artista. En aquel autorretrato, Mueller se representó a sí mismo fumando una pipa, con un colgante de estrella de cinco puntas en el cuello.
En 1919, Mueller se mudó a Breslau (ahora Polonia, Wrocław), donde comenzó a enseñar en la Academia Estatal de Bellas Artes y Oficios, la escuela que fue considerada "la más animada de Alemania" en la década de 1920 y una de las escuelas de arte más progresistas de Europa.
Mueller, famoso por su estilo de vida poco convencional y sus métodos de enseñanza inconformistas, se hizo muy popular entre sus alumnos, quienes admiraban su carisma y sentido del humor.
Tras viajar a Rumanía, Bulgaria y Hungría durante la década de 1920, realizó un gran número de pinturas en las que retrató a personas de etnia gitana, algo que contribuyó a aumentar la leyenda sobre sus posibles orígenes cíngaros.
El siglo XIX vio un surgimiento de muchos estereotipos y orientalismos en el arte. Uno de ellos fue la fascinación por el pueblo gitano, que se vio reforzada por la fotografía temprana, y fue entonces que Otto brilló como quizá jamás lo había imaginado; se volvió el objeto de estudio de varios fotógrafos que documentaron su vida, así como de una variedad de alumnos que lo eligieron como su maestro.
Dentro de este amplio espectro del arte “gitano”, a Otto se le conoció como un “pintor gitano” ya que nadie conocía realmente la historia de su familia, y dado que el estilo de vida de Mueller era más que bohemio, muchos supusieron que podría haber sido gitano, ya que su madre era de ascendencia gitana. Sin embargo, no hay duda de que Mueller dedicó gran parte de su trabajo al pueblo gitano. En 1927 realizó toda una serie de litografías en las que aparecían mujeres y niños gitanos en sus actividades cotidianas reunidas como el Archivo Gitano.
Aunque hoy en día es considerado uno de los pintores alemanes más importantes de principios del siglo XX, no siempre fue así. Durante el reinado nazi en Alemania, 357 de sus obras fueron incautadas de colecciones alemanas en 1937, consideradas "degeneradas".
Con el paso de los años, se interesó por la relación mujer-naturaleza dentro de una temática, que junto a la del mundo de los gitanos, se convirtió en una de sus obsesiones pictóricas, destacando por la armoniosa simplificación de la forma, el color y los contornos.
Murió el 24 de septiembre de 1930, en Breslau, Polonia; a la edad de 55 años, dejando un abundante obra corte expresionista.