Los millennials, la primera generación en crecer en la era de Internet, se prevé que se tomen más de 25,00 selfies a lo largo de su vida: cerca de uno por día.
De acuerdo con The Guardian, las imágenes etiquetadas como #selfie comenzaron a aparecer en Flickr en 2004 y se volvieron virales con la cámara frontal del iPhone 4 en 2010.
Este fenómeno llamó la atención de la fotógrafa suiza Cristina Rizzi Guelfi, quien decidió jugar, de una forma bastante artística, con la obsesión generalizada por los selfies.
Estas, según la artista, se han convertido en una poderosísima herramienta de narración que brindan a las personas la oportunidad de mostrarse al mundo exactamente como quieren que las vean.
Rizzi Guelfi descubrió la fotografía por casualidad después de obtener una maestría en Dirección de Cine. Desde entonces, esta artista autodidacta ha estado construyendo un extraño y fascinante universo visual, habitado por una multitud de personajes diferentes.
En dichos mundos, la ingeniosa artista reemplaza los rostros de los sujetos con fotos de archivo estadounidenses de los años 50 y 60.
Las tomas resultantes son a la vez reales y fantásticas y ponen sobre la mesa la pregunta: ¿cuánto podemos extraer realmente de una imagen?
En una era de retoques digitales y filtros, puede ser difícil distinguir la verdad de la ficción. A través de una estética vintage, Cristina Rizzi Guelfi muestra un espejo de la irrealidad de lo que podríamos ver en las redes sociales de una forma bastante original.
De acuerdo con la artista, la responsabilidad de esta compulsión no debe atribuirse a los teléfonos inteligentes, sino a las redes sociales.
Vale la pena subrayar que el trabajo artístico de esta fotógrafa está salpicada de humor, nostalgia y mucha sátira. Es una serie de imágenes sobre imágenes, lo que la hace sencillamente genial.