Un día como hoy, pero hace 105 años, nacía en la ciudad de Nueva York un hombre que revolucionaría la forma de retratar a personajes famosos: lo hacía sin ponerlos a ellos en el centro de la composición estética; lo hacía retratando en ambiente. Arnold Newman (1918-2006) fue el pionero de este genero fotográfico y lo popularizó.
Su método consistía en colocar a sus modelos en un entorno representativo de sus profesiones, con el objetivo de capturar la esencia de la vida y el trabajo de un individuo. Aunque eso es común hoy, ese recurso era poco convencional en la década de 1930, cuando comenzó a fotografiar a sus sujetos como tales. También es conocido por sus naturalezas muertas abstractas y cuidadosamente compuestas.
Nació en Nueva York, pero creció entre Atlantic City, Nueva Jersey, y Miami Beach, Florida. Tuvo una beca para estudiar arte en la Universidad de Miami y comenzó su carrera en fotografía trabajando en estudios de retratos en Filadelfia, Baltimore y West Palm Beach, mientras realizaba fotografías abstractas y documentales por su cuenta.
Su enfoque ambiental del retrato estuvo influenciado por el simbolismo y el impresionismo, y definido por la necesidad de cautivar al espectador sin importar cuán conocido fuera el tema. Mientras se especializaba en fotografiar artistas, Newman capturó la semejanza de una amplia gama de figuras, desde atletas y actores hasta presidentes y políticos. Fotografió a Marlene Dietrich, John F. Kennedy, Pablo Picasso, Arthur Miller, Marilyn Monroe, Ronald Reagan, Mickey Mantle, Audrey Hepburn, Igor Stravinsky, Salvador Dalí, Georgia O' Keefe, Andy Warhol, Truman Capote y Henri Cartier-Bresson, entre otros.
Publicó su trabajo en The New Yorker, Vanity Fair, Life, Look, Holiday, Harper's Bazaar, Esquire, Town & Country, Scientific American, New York Times Magazine y muchas otras más. Sin duda, fue uno de los fotógrafos más importantes del siglo pasado. La famosa fotografía que le tomó a Stravinsky, por ejemplo, está dominada por la silueta de un piano de cola contra una pared blanca, con el compositor confinado en una esquina.
“Fue una de mis primeras asignaciones para Harper’s Bazaar. Stravinsky se alojaba en una habitación de hotel. Los hoteles eran parte de su vida, por supuesto, ya que viajaba, pero de alguna manera sentí que no lo representaría. Un piano apareció en el departamento de un editor. Así que lo fotografié con él. El piano es simbólico, ya ves, porque Stravinsky compuso en su mente, no en el piano. Pero parecía una forma hermosa que se asemejaba a una media nota y era como su música: fuerte, lineal, áspera, pero también lírica y hermosa”, dijo Newman a The Boston Globe.
Newman ha dicho que no estaba tan interesado en los detalles del ambiente de su sujeto, sino en los símbolos que podía crear con ellos.
En 1979, fotografió al artista español Joan Miró con ropa oscura frente a una pintura. Colocó la cabeza y la mano de Miró frente a un espacio geométrico negro, para que la ropa del artista se mezclara con su pintura.
El compositor Igor Stravinsky en New York, 1946. Arnold Newman. Foto: The New York Times
"Se pasa por alto que mi enfoque también es simbólico o impresionista o cualquier etiqueta que uno quiera usar", dijo de su propia obra el mismo Newman.
A veces, no necesitaban un fondo. Su retrato de Henry Miller, en 1976, el único ambiente presente es la mano del autor, que, arrugada y tirada por un vendaje, cubre todo su ojo.
Hoy, recordamos a Arnold Newman en su 105 aniversario de nacimiento, para recordar al primero que consiguió poner el centro de la atención en el contexto… no en el texto de sus retratos.