El 3 de marzo de 1958 nació Francesca Woodman, fotógrafa estadounidense que destacó por sus autorretratos en blanco y negro, así como explorar el cuerpo humano en el espacio.
De padres artistas, Francesca Woodman comenzó a fotografiar a la edad de 13 años, inspirada en la literatura de Virgina Woolf, Gertrude Stein o Henry James.
Fue así, como se matriculó en la Escuela de Diseño de Rhode Island (RISD) en 1975, como una artista consumada, con un enfoque notablemente maduro y centrado en su trabajo.
Durante su tiempo en RISD, pasó un año en Roma, Italia, lo que resultó ser una fuente de inspiración enormemente fértil.
Ahí, se dejó influir por la historia y el arte de la decadencia romana, donde los desnudos y la imagen de la mujer fue una característica predominante que acentuó gracias al tratamiento de la luz en el espacio.
Talento frustrado
Después de completar su licenciatura y realizar algunas exposiciones, Francesca Woodman se mudó a Nueva York, donde realizó varios proyectos y experimentó con la fotografía de moda.
De este modo se acercó al trabajo de Deborah Turbeville, que se caracterizaba por situar a las modelos en escenarios gótico-melodramáticos, y que Woodman adaptó para sus futuras fotografías. Sin embargo, nunca aceptaron su trabajo.
A la par, produjo seis libros, entre los que sobresale Some Disordered Interior Geometries, el único que llegó a publicar en vida y que empezó a trabajar desde su estadía en Roma.
Pese a su gran talento, Francesca Woodman obtuvo una respuesta mediocre por parte del público a su fotografía.
Todo ello hizo que la joven cayera en una depresión y saltara por una ventana del loft del Lower East Side de Manhattan, Nueva York.
Con 22 años y tras haber publicado recientemente otro de sus libros, Francesca Woodman se suicidó el 19 de enero de 1981.
Una mujer con una breve, pero extraordinaria carrera artística.