Charles Lewis Tiffany nació un 15 de febrero de 1812 en Connecticut, Estados Unidos. A los 25 años se trasladó a Nueva York para emprender un negocio de regalos y artesanía con un amigo y mil dólares que les había prestado el padre de Tiffany, así nació “Tiffany & Co.”.
La tienda encontró el éxito al acercarse a las mujeres con piezas nuevas y distintas a las victorianas.
En sus inicios, la casa Tiffany empleó la plata esterlina y se convirtió en una escuela de diseño con aprendices. La empresa abrió oficinas en Londres, Ginebra y París y contratar a más de mil empleados. Desde 1845, la joyería imprime su propio catálogo anual de piezas finas y relojes.
En 1879, Charles compró por 18 mil dólares un diamante amarillo traído desde las minas Kimberley en Sudáfrica, una piedra exclusiva de reinas y maharajás.
Para tener certeza de las gemas y diamantes que se trabajan, la joyería contrató al gemólogo George Frederick Kunz, quien descubre las piedras “cuncita” y “morganita”.
Charles Lewis Tiffany murió en 1902, y le sucedió en el cargo su hijo Louis Comfort Tiffany, quien creó la figura de director de arte de la empresa y quien ya destacaba como artista Art Noveau.
La casa joyera es tan sofistica que tiene su propio color, el “azul Tiffany” desde 1998. Pantone, la compañía dedicada a unificar colores, creó junto con la casa el “azul 1837”, en honor al año en que se fundó Tiffany.
Un concepto que ha dado distinción a Tiffany son sus teatros mágicos en miniaturas como los propuso Gene Moore en 1955.
En 1961 se estrenó el film “Desayuno con diamantes” (Breakfast at Tiffany), historia del escritor y periodista Truman Capote, la cual narra la historia de Holly Golightly, una mujer excéntrica que desayuna todos los días frente a la joyería Tiffany en Nueva York.
En diciembre de 2019, la firma francesa LVMH compró la cadena de joyerías en 16, 200 millones de dólares. De acuerdo a sus ejecutivos, el nuevo reto será llegar al gusto de la generación millenial.