Le han dicho arqueólogo del arte urbano; ha sido pionero en el concepto de utilizar los muros, el asfalto, las fachadas de edificios o casas como lienzo, y tiene un discurso social concreto. Crítico y solemne sobre la realidad social, pero estóico y sin drama, como todo buen lusitano. Se trata de Alexandre Farto, alias Vhils, un urban artist que pareciera ser el resultado de meter en una licuadora a Indiana Jones y a Banksy.
“Digo que soy una especie de arqueólogo urbano porque básicamente esculpo en las paredes de la ciudad”, explica Vhils, quien es considerado uno de los mejores artistas urbanos del mundo.
Como muchos artistas callejeros, comenzó pintando grafitis ilegales cuando tenía 13 años. Pero a los 16, el artista portugués ya se cuestionaba lo que hacía y buscaba su estilo característico. Usaba pequeñas cargas de explosivos y cinceles, para quitarle al muro –habría dicho el maestro Miguel Ángel– lo que le sobraba para dejar salir la pieza artística.
“Quería impulsar lo que estaba haciendo en el espacio público. Me di cuenta de que todos estábamos agregando capas en las paredes, estaban acumulando las capas de cambios. Se me ocurrió la idea: en lugar de agregar, quitaría las capas de pintura de las paredes”, explicó en entrevista a Euronews.culture.
Entonces, usando martillos, cinceles, cuchillos e incluso explosivos, Vhils comenzó a grabar y tallar su arte en las paredes de la nostálgica Lisboa.
“Iría y rompería el muro, extrayendo y exponiendo las capas que estaban dentro de la ciudad de alguna manera”.
También llevó su estilo destructivo a vallas publicitarias y otras superficies abandonadas como puertas y edificios demolidos.
“Iba y los destrozaba, en cierto modo, pero creando retratos de alguien que estaba viviendo en la ciudad. Era un homenaje a los héroes cotidianos que viven en las ciudades que van de A a B, que hacen que toda la ciudad funcione y hacerlos visibles”.
Alrededor de los 19 años, Vhils se fue a estudiar a Londres y tuvo su gran oportunidad cuando lo invitaron a presentarse en el festival Can's, un evento de 2008 que reunió a algunos de los nombres más importantes del arte urbano.
Durante ese evento, Vhils tuvo la suerte de aparecer junto al escurridizo y legendario artista Banksy. La visibilidad que obtuvo de ese festival impulsó su carrera y demostró que su arte podía resonar fuera de Portugal.
Uno de sus primeros proyectos notables fue en Río de Janeiro, donde se estaba demoliendo una favela.
“La gente estaba sintiendo y no siendo escuchada, estaba siendo expropiada”, explica Vhils, quien trabajó con una ONG para tallar los rostros de la población local en las ruinas de sus hogares.
“Eventualmente, eso llamó la atención sobre la situación y creó un puente entre la comunidad y la forma en que la ciudad los miraba. Me di cuenta de que lo que estaba haciendo en realidad podía iluminar, poner atención, un tema. Para que la gente sea escuchada”, narra.
Vhils abrió su propio estudio para formar un equipo talentoso que pudiera ayudar con la complicada logística de los murales gigantes y el uso de explosivos.
Junto con su equipo, desde entonces han tallado retratos en paredes de todo el mundo, desde Shanghái y París hasta Los Ángeles y la Ciudad de México.
Ver el trabajo de Vhils es un verdadero agasajo, que se puede tomar como un postre, después de comer, para digerir el estado actual de la sociedad que tenemos, que vivimos, que poco criticamos.