Si las notas musicales que surgen de la improvisación que toca un ensamble de jazz pudieran verse, tendrían la forma de una pintura de Stuart Davis, traductor visual de la alegría, la velocidad y el ritmo.
Nació el 7 de diciembre de 1892 en Filadelfia, y sus padres fueron Edward Wyatt Davis, editor artístico del Philadelphia Press, y Helen Stuart Davis, escultora.
Alumno de Robert Henri, líder de la Escuela Ashcan –grupo de pintores estadounidenses, activos entre 1908 y 1918, interesados en representar la vida urbana– y admirador de la obra de Vincent Van Gogh y Pablo Picasso, Davis es reconocido por sintetizar muchos de los movimientos y estilos más destacados del modernismo del siglo XX.
Sus primeras obras reflejan la influencia del estilo realista que aprendió de Henri; no obstante, con el tiempo cedió a la experimentación con el posimpresionismo –movimiento que buscaba dar énfasis a la emoción y el simbolismo–, y el cubismo –el movimiento pictórico más importante del siglo XX, inventado por Picasso y Georges Braque en Paris, que dio pie al arte abstracto.
Davis desarrolló su propio estilo basado en el cubismo sintético al representar productos comerciales estadounidenses e implementos domésticos con una integración estilizada de figura y fondo, y un gran interés en la calidad de la superficie y la perspectiva.
Es por ello que también es catalogado como la el autor seminal del arte pop, popularizado en la segunda mitad del siglo XX por Andy Warhol.
Davis también exploró con la confluencia urbana de tecnología, arquitectura y música, al punto que llegó a considerar al jazz como el equivalente musical al arte visual abstracto, y canalizó su energía con colores atrevidos y geometrías rítmicas.
Una de las contribuciones más destacables de Stuart Davis fue su capacidad de tomar las lecciones aprendidas de los movimientos europeos en la pintura y traducirlas a la virtud plástica norteamericana. Falleció el 24 de junio de 1964 en Nueva York a la edad de 72 años.