Mike Kelley es considerado uno de los artistas más influyentes de nuestro tiempo y es precisamente por eso que su legado está más vigente que nunca.
Este irreverente y tremendamente visionario artista, trabajó en una sorprendente variedad de géneros y estilos, pero en esta ocasión nos enfocaremos en sus instalaciones, las cuales siempre dieron mucho de que hablar.
A finales de la década de 1970 este artista, nacido en Detroit, Estados Unidos, decidió empezar a realizar actuaciones en solitario, pinturas e instalaciones en galerías y sitios específicos.
No paso mucho tiempo (principios de 1980) para que este saltara a la fama gracias a que llevó a cabo una serie de esculturas e instalaciones hechas de materiales bastantes comunes, lo que impactó tanto a los espectadores como a los críticos.
Kandor 4, 2007. Mike Kelley. Fuente: Mike Kelley Foundation for the Arts
Con juguetes de tiendas de segunda mano, mantas y animales de peluche usados, Mike Kelley decidió llevar a cabo instalaciones que se centraran en el tema de la memoria, el trauma y la represión.
Su propuesta escandalizó, pero también caló de tal forma que nadie podía dejar de hablar de su propuesta ya que este describía sus piezas como el perfecto reflejo de la "cultura compartida del abuso".
A lo largo de su carrera, Kelley buscó comprender las culturas que lo rodeaban de abajo hacia arriba, por lo que pasaba gran parte de su tiempo recorriendo ventas de garaje y viejos anuarios en busca de desechos y sobras para así poder crear inolvidables instalaciones.
Explotó la cultura popular, así como las tradiciones modernas y alternativas, las cuales, de forma sumamente ingeniosa las puso en perspectiva en sus delirantes y a veces súper oscuras instalaciones.
Sin habérselo propuesto, con una mezcla inimitable de escepticismo y gran respeto, Mike Kelley, quien falleció en 2012 en Los Ángeles, California, diseccionó a través de sus instalaciones la psicología pop, el consumismo y los rituales estadounidenses de una forma que nadie más se había atrevido.
En años más recientes, la ambiciosa propuesta de Mike Kelley ha ampliado su alcance gracias a que importantes recintos culturales han vuelto a exponer sus instalaciones debido a que hoy, más que nunca, parecen hacer eco en una sociedad en la que la cultura del abuso parece no tener fin.