Pocos saben que el que es considerado por muchos como el más importante e influyente de los artistas del siglo XX, es decir, Marcel Duchamp, estuvo en dos ocasiones en México.
Lo anterior se debe a que dichas visitas pasaron casi inadvertidas y no existe mayor testimonio de las mismas, pero de lo que sí hay registro, aunque poco, es de su gran amistad con la pintora mexicana Frida Kahlo.
Lo que se sabe es que Marcel Duchamp y Frida Kahlo se conocieron en París, en 1939, a donde había viajado la pintora para realizar lo que sería su segunda exposición en el extranjero.
Resulta que Frida se hospedó en casa de André Breton, quien era el promotor de su exposición, pero contrajo una terrible infección en los intestinos que la llevó hasta el hospital.
Frida Kahlo y André Breton en México, 1938. Fuente: Malba Diario
Al parecer ante dicho inconveniente, Breton sencillamente se desentendió de Frida, pero Duchamp y su esposa, Mary Reynolds, fueron quienes decidieron hacerse cargo de Frida Kahlo, por lo que la atendieron y llenaron de cuidados.
A partir de dicho momento surgió una gran amistad entre ellos ya que dicho percance los acercó.
Hacia 1943, aprovechando un viaje a México de Benjamin Peret y de Wolfgang Paalen, Marcel Duchamp envió cariñosos saludos a Diego y a Frida, además de que les expresa su interés de conocer México.
Desafortunadamente Frida murió en 1954 y no fue hasta 1957 que Duchamp vino a México por primera vez, viaje en el que se encontró con uno de los llamados Fridos, con el pintor Arturo Estrada, quien había sido alumno de Kahlo en la Esmeralda desde 1943.
En aquella visita, Duchamp, quien se desempeñaba como asesor de la Fundación de Noma y William Copley, con sede en Chicago, seleccionó un cuadro hecho por Estrada, por el que paga mil pesos, y sencillamente se esfumó con la obra.
Marcel Duchamp en México. Foto de la revista Generación. Fuente: Trago amargo art
En diciembre de dicho año, Arturo Estrada recibió una carta de la Fundación Copley en la que se le comunica que ha sido seleccionado al lado de un grupo de artistas extranjeros, entre los que se encontraba el compositor Edgar Varèse, para recibir un estipendio de mil dólares.
Lo anterior, por supuesto, ocurrió bajo la aprobación del famoso Marcel Duchamp y gracias a esto el reconocido discípulo de Frida Kahlo pudo viajar a Europa y visitar los museos más importantes de aquel continente.
En París, donde la Fundación Copley tiene una de sus extensiones, visitó a Noma y conoció la residencia donde se salvaguardaba parte del acervo que el matrimonio logró acopiar.
De acuerdo con el propio Estrada, el cuadro que Duchamp le compró, un sobrio bodegón, estaba a un lado de un cuadro de Salvador Dalí y uno de los autorretratos de su maestra Frida Kahlo
Así que tal vez dicha adquisición que llevó a cabo en México, la del bodegón de Arturo Estrada, fue para Marcel Duchamp una forma de rendir un pequeño, pero sincero homenaje póstumo a Frida Kahlo, la extraordinaria pintora que conoció en París y que se convirtió en su entrañable amiga.