Jacques-Louis David (1748-1825) fue un pintor francés de gran influencia en el estilo neoclásico.
Buscó la inspiración en los modelos escultóricos y mitológicos griegos, basándose en su austeridad y severidad.
Llegó a ser un activo participante en la Revolución Francesa y amigo cercano de Maximilien de Robespierre; e incluso se convirtió en el líder de las artes bajo la República Francesa.
Antoine-Jean Gros, Anne-Louis Girode de Ruossy-Trioson y Jean Auguste Dominique Ingres fueron algunos de sus talentosos alumnos, mismos que lo llevaron a convertirse en el pintor más influyente del arte francés del siglo XIX, especialmente en las pinturas académicas.
Logró ser miembro de la Academia Real, misma a la que envió dos pinturas, incluyéndose ambas en el Salón de 1781, un gran honor.
Después del salón, el rey le autorizó alojarse en el Louvre, un privilegio antiguo y muy deseado de los grandes artistas.
David viajó a Italia para ver con sus propios ojos los clásicos de los artistas que más admiraba.
Durante años acudió en diversas ocasiones a Roma y fue ahí donde pintó sus grandes obras.
Sus cuadros comenzaron a tomar tintes políticos y a plasmar acontecimientos de la Revolución Francesa.
Encarcelado tras la caída de Robespierre del poder, más tarde, fue elegido por sus dotes artísticos como el pintor oficial de Napoleón Bonaparte.
En esa época desarrolló su Estilo Imperio, notable por el uso de colores cálido al estilo veneciano.
Jacques-Louis David plasmó a la perfección los rasgos clásicos de Napoleón Bonaparte.