Cinco besos entrañables en la historia del arte
El beso es una expresión de afecto entre la pareja, tan usual o extraña como cada persona.
Quizá es por ello, que distintos artistas a lo largo de la historia han representado este encuentro desde su propia perspectiva.
Dejando constancia de su pericia, pero más allá de la forma en que conciben uno de las muestras de amor más entrañables para la humanidad.
El Beso de Klimt (1907-1908)
Es quizá uno de los cuadros más célebres no solo del artista sino de todos los tiempos.
Fue la primera entrega de lo que se denominaría su periodo dorado.
En él se observa claramente la influencia del arte bizantino. Algunos críticos han señalado que es un autorretrato de Klimt y Emilie Flöge.
El Beso de August Rodin (1882)
Una pieza que demuestra la maestría que alcanzó Rodin en cuanto a escultura.
Hecha en mármol nos muestra la historia de Paolo y Francesca, personajes de la Divina Comedia en la que se inspiró inevitablemente.
La sensualidad es evidente, en tanto, los detalles permiten a la estructura ser sumamente dinámica.
Psique reanimada por el beso de amor de Antonio Canova (1787 y 1793)
La impresionante escultura en mármol que hoy se localiza en el Museo del Louvre, en París es impresionantemente bella.
Ahí aparecen Cupido y Psique al borde del beso, no cabe duda que es una de los ejemplos más relevantes del artista neoclásico.
Los amantes de René Magritte (1928)
La madre de Margitte se suicidó en un río, cuando él solo tenía 14 años.
La imagen fue tan impactante que años después la reproduciría de cierto modo en esta pintura.
El surrealista plasmó una pareja cubierta por una tela mojada en un encuentro que parece angustiante y catártico.
El cumpleaños de Marc Chagall (1915)
El pintor francés se retrató a si mismo y a su prometida Bella, a unos meses de contraer matrimonio.
La felicidad es tanta que permite que los amantes floten.
Los colores son un elemento fundamental y el piso rojo es un ingrediente que hace a la obra única.
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