Grada Kilomba, de 55 años, es una destacada artista visual cuyo trabajo artístico desdibuja las líneas disciplinarias, involucrando el arte y el ritual; cine, escultura y performance; mitología griega, estudios negros y algo de feminismo.
Lo anterior se debe a que a esta portuguesa lo que le interesa es contar correctamente historias y por eso se niega a encarcelarse en un solo formato.
La narración, como imperativo y como método de curación, es el hilo conductor del arte al que da vida Kilomba y por eso lo conecta con su práctica como psicoanalista. Por lo tanto, sus obras como artista contemporánea emergen de otras prácticas, lo que las hace aún más interesantes debido al propio mundo del que provienen.
Kilomba también escribe, casi como una obligación, para encontrarse a sí misma ya que ella actúa en cada una de sus piezas como autoridad de su propia historia. Resulta fascinante que el trabajo artístico de Grada Kilomba señala cómo el trauma y el bloqueo son heridas que minan a nuestra sociedad.
World of Illusions, de Grada Kilomba. Fotogalería: The New York Times
Cuando esta artista nació, en 1968, Portugal estaba librando guerras contra los movimientos de liberación en Angola, Mozambique, Guinea-Bissau y Cabo Verde, y solo se retiró después de que un golpe de 1974 en Lisboa dio paso a la Revolución de los Claveles y, un año después, la independencia de los Antiguas colonias.
Pero resulta que para las familias africanas que ya viven en Portugal, como la de ella, las leyes aún imponen el uso de nombres portugueses estándar, en lugar de nombres africanos. Kilomba es un apellido recuperado que aprendió de su abuela, no el que tiene registrado en su pasaporte.
Por eso en su primer viaje a África en 1999, a las islas de Santo Tomé y Príncipe, visitó sitios de plantaciones en busca de huellas documentales de sus antepasados. Criada en la periferia de inmigrantes de Lisboa, Kilomba encontró en la psicología y el psicoanálisis tanto el inicio de su carrera, como métodos para autocomprenderse.
Heroines, Birds and Monsters series, Creon Act I, 2020. Grada Kilomba. Fotogalería: Goodman Gallery
El problema con el que se topó fue que en Portugal la querían limitar por ser quien era y ella quería hacer muchas cosa y todas estaban prohibidas por ser una estudiante negra.
Trabajó arduamente y obtuvo una beca para completar su doctorado en Berlín, y desde 2008 esta ciudad se convirtió en su hogar. Dicho sitio le brindaba libertades que jamás había experimentado, pero también le resultó sumamente atractivo el ajuste de cuentas que Alemania tenía pendiente con su pasado nazi.
La perspectiva psicoanalítica de Grada Kilomba la ubica en un linaje de pensadores, en particular Frantz Fanon, que se han basado en este campo aparentemente occidental para comprender las secuelas de la dominación colonial. Pero en su caso, la ha llevado a encontrar su realización en las artes visuales.