Nacido el 27 de enero de 1926 como el hijo mayor de cuatro, George Rhoads siempre ha reconocido que la necesidad de saber cómo funcionan las cosas ha sido el gran motivador en su vida y carrera. Comenzando por dibujar pájaros y desmantelar relojes para saber cómo funcionaban, George encontraría siempre apoyo para aprender los fundamentos del arte, como naturaleza muerta, dibujo de figuras, escultura, y pintura de retratos, etc.
En 1943, a la edad de 17, Rhoads se mudaría a Chicago para estudiar pintura en el Instituto de Arte, posteriormente París y luego Nueva York, donde usaría trabajos independientes y sus contactos para vender sus pinturas en la Galería Terry Dintenfass durante los años 60, la mayoría de ellos paisajes urbanos expresionistas y trampantojos.
Cimentando su carrera como renombrado pintor, no tardó mucho George en levantar su primera exposición individual en la Galería Huit de París. Ahí, George Rhoads conoció al experto en Origami Gershon Legman, quien lo inspiró a comenzar a crear sus propios pliegues y trabajos más personales. Así, tras un exitoso paso por el origami, el artista cinético regresó a Estados Unidos en la década de 1970 para volcarse al diseño de sus caprichosas máquinas audio-cinéticas.
Din Don, (1992, 2016). Fuente: George Rhodes.
Junto con el fabricante de fuentes Hans Von de Bovenkamp, creó el juguete Climb Every Mountain, que vendió a la compañía de juegos Milton Bradley, un logro que lo estableció como estandarte de los trabajos cinéticos que The New York Times Magazine definiría como un reflejo de “las construcciones abstractas de Alexander Calder, por un lado, y las caricaturas de Rube Goldberg, por el otro.”
Ball Zoo, (2004). Fuente: Creative Machines.
Ya instalado en Nueva York se marcó el comienzo de un periodo de producción de esculturas más grandes, y con ello, las instalaciones en espacios públicos y colecciones privadas de todo el mundo, incluyendo Japón, Guam, Australia, España, Israel, México, Chile y Taiwán. Sus máquinas de bolas del tamaño de una habitación encantan a los niños de todas las edades en el Museo del Vidrio de Corning, la terminal de autobuses de la Autoridad Portuaria de la ciudad de Nueva York, y el Sciencenter de Ithaca, así como en los hospitales infantiles y los espacios públicos de diversas partes del mundo.
Es más, casi todas sus esculturas aún están en funcionamiento al día de hoy, lo que demuestra el ímpetu y la influencia de un artista que ha sabido integrar perfectamente sus obras con el espacio público y la vida cotidiana de todos nosotros.
Algunos ejemplos de estos son:
Archimedean Excogitation, (1987). Fuente: Museum of Science de Boston, Massachusetts.
Science on a Roll, (1990). Fuente: Tech Museum of Innovation, San Jose, California.
Rolling Ball Machines, (2009). Fuente: Colección privada George Rhodes.
Otros de sus trabajos incluyen Uridice, en el Discovery Science Center de Costa Mesa, California, Maquina del Vacilon, en el Papalote Museo del Niño de la Ciudad de México, Celestial Balldergarten, en el Philadelphia International Airport, de Pensilvania, y Global Enerjoy, en el Pabellón de Energía Futura de Sevilla.