El mundo del arte contemporáneo está de luto debido a que el artista portugués con proyección internacional Julião Sarmento murió.
El legado que dejó es inmenso, multidisciplinario, ya que como artista contó con una trayectoria inigualable y como coleccionista no se quedó atrás.
Su objetivo lo tenía claro, siempre buscó convertir al espectador en un invasor de la intimidad a través de su diversas propuestas.
Para Julião Sarmento el arte debía ser incómodo al plantear ciertas preguntas y no formular respuestas.
Las obras de Sarmento contaron con una suerte de duración suspendida. En sus creaciones intuimos algo que se mantiene ausente, fuera de escena. Algo así como si se tratara de resolver enigmas, de coleccionar elipsis o silencios.
Con su muerte, el espacio intermedio entre la obra y el espectador se acentuará aún más, debido a que desde ahora siempre estará presente la suspensión y el deseo. Ya no habrá marcha atrás.
Sus más recientes pinturas hacían referencia al mundo de las constelaciones, como si ya intuyese que pronto se iba a perder en la inmensidad del espacio, librando por varios años una fuerte batalla contra el cáncer.
En la década de los 70 inició su carrera artística, el momento ideal, ya que Portugal se preparaba para entrar en la modernidad. Exploró todo, empleando diversas herramientas como: películas, montajes de fotografías, pinturas, collages, entre otros.
Algo importante a resaltar en la propuesta de Julião Sarmento es que el contemplaba todo lo que hacía como un gran e interminable trabajo al que continuamente regresaba, sin importar si cambiaba los medios que utilizaba.
Tras haber explorado en el arte pop por unos cuantos años, Sarmento decidió regresar en la década de los 80 a una pintura que con el paso de los años se volvería dibujo y conviviría con otros medios en búsqueda de su identidad.
Fue entonces cuando llevó a cabo una de sus series más famosas: Pinturas blancas, donde literalmente desmaterializó a los cuerpos, los fragmentó, los inmortalizó de cierta forma.
A partir de ese momento, la obra de Julião Sarmento se convirtió en una exploración del territorio del deseo y justo por eso la mujer se volvió en uno de sus temas centrales.
Su obra forma parte de importantes colecciones como la del Museum of Contemporary Art de Los Ángeles, Guggenheim, el MoMA de Nueva York, el Centre Pompidou, el Museo Reina Sofía, el Museo Serralves y la Fundación Gulbenkian.