La obra del artista portugués Ângelo de Sousa no solo es minimalista sino sofisticada y sutil.
Sus pinturas abstractas siempre fueron hechas dentro de un rango de lo mínimo, pero sin dejar a un lado el aspecto íntimo, algo realmente inusual.
Ângelo de Sousa nació el 2 de febrero de 1938 en Lourenço Marques, Mozambique. Entre 1955 y 1963 estudió pintura en la Escola Superior de Belas-Artes de Oporto (ESBAP).
Después decidió continuar con sus estudios en Londres, en la reconocida Escuela de Arte Saint Martin y luego en la Slade School of Fine Arts.
Tras haber permanecido muchos años en el extranjero estudiando y preparándose, finalmente decidió regresar a Oporto donde impartió por casi cuatro década, de 1963 al 2000, la cátedra de Pintura de la ESBAP.
Cercano a artistas como Sol LeWitt, con sus pliegues y desdoblamientos de planos, lejos de la sequedad monocromática.
La pintura de este artista portugués, aún cuando parece tener un solo color, es el resultado de un complejo tejido de texturas, en el que un profundo conocimiento de los mecanismos y procesos perceptivos del color contribuye a definir planos que se articulan en pliegues y rupturas.
Algo que es recurrente en su obra, tanto en sus pinturas como en sus dibujos y esculturas, es el plasmar cosas sencillas y naturales, algo infantiles y súper alegres que al final sacan una sonrisa al espectador.
Ângelo de Sousa, que murió un 29 de marzo de 2011, fue un genio en su capacidad de manejo de color ya que lo que luce sencillo cuenta con un complejo trabajo de fondo.