“Mi trabajo aspira a una condición de densidad, gran sencillez, franqueza, apertura de lenguaje e interacción", dice de sí mismo Cildo Meireles.
Todo un instigador clave del arte conceptual contemporáneo, el artista brasileño ha realizado algunas de las obras más políticamente reveladoras, estéticamente seductoras y filosóficamente intrigantes de las últimas cuatro décadas. Con una característica economía de medios, destila ideas complejas en objetos o ambientes únicos.
Meireles nació en 1948 en Río de Janeiro, Brasil, donde aún vive y trabaja. Su padre trabajaba para el Servicio de Protección al Indio y, de niño, el artista acompañaba a su familia en sus constantes desplazamientos por el vasto territorio brasileño. A menudo captamos destellos de estas experiencias infantiles a través de su arte.
La obra de Meireles podría definirse como un acercamiento poético al estudio de la sociedad, ya que busca responder a preguntas relacionadas con todos los sectores sociales: examina los procesos de comunicación, el papel del espectador, el valor del arte y de los legados históricos. La temática en su trabajo se extiende desde la expansión del capitalismo en el ámbito internacional, hasta la cultura de los indios brasileños del Amazonas, sin responder a ninguna jerarquía de materiales o formatos.
Babel, 2001. Cildo Meireles. Foto: Google Arts & Culture
Meireles es uno de los artistas contemporáneos más reconocidos e influyentes en el ámbito internacional; su obra suele partir de un elemento concreto que se desarrolla de tal manera que lo real, lo simbólico y lo imaginario se combinan hasta encontrar el equilibrio.
La figura de Cildo Meireles es fundamental para entender la vanguardia artística brasileña de posguerra, ya que supone un puente entre el neoconcretismo de finales de los años cincuenta y el arte conceptual brasileño de finales de los sesenta.
El neoconcretismo, cuyos principales representantes –Franz Weissmann, Lygia Clark y Lygia Pape– son referencias constantes en la obra de Meireles; rechaza el racionalismo extremo de la abstracción geométrica para crear obras más sensoriales y participativas, que apelan no sólo a la mente, sino también al cuerpo.
Olvido, instalación de Cildo Meireles. Foto: El País
El optimismo utópico de los artistas neoconcretos se hundió después del golpe de Estado de 1964, que marcó el comienzo de un régimen militar opresor.
La generación de Meireles, que surgió a fines de la década de 1960 y 1970, era conocida por obras más políticamente comprometidas, y la extremidad de sus acciones reflejaba la situación política extrema. El propio Meireles, sin embargo, vincula estas dos vertientes del arte brasileño.
"De alguna manera te vuelves político cuando no tienes la oportunidad de ser poético. Creo que los seres humanos preferirían ser poéticos", explica.