El ruso Damir Bozik, mejor conocido como Bozik, crea complejos y bellísimos murales en las paredes de grandes urbes utilizando la técnica de puntillismo a gran escala.
Las obras de este artista son conocidas por usualmente contar con un conmovedor y onírico enfoque. La gran fuente de inspiración para Bozik suele ser la naturaleza debido que para este no existe nada más mágico ni bello en este mundo.
Para Bozik, el poder acabar con el gris de las paredes de las calles es lo más importante ya que el vivir en una jungla de concreto puede resultar monótono y, hasta cierto punto, abrumador.
La base de su arte está basada en una muy antigua técnica de pintura de puntos aborigen que ha existido durante miles de años. Es sencilla y sofisticada, pero este artista le encontró el uso ideal en el arte urbano. Además Bozik recurre al tradicional puntillismo, pero a gran escala.

Paul Signac fue, junto a su compatriota Georges Seurat, el desarrollador del puntillismo, una técnica derivada del impresionismo que consiste en realizar una obra mediante puntos que, contemplados a una cierta distancia, forman figuras definidas.
Debido a lo anterior, uno de los principios básicos detrás del fascinante trabajo de Bozik es que nada dura siempre. Dicha idea está profundamente arraigada en todo su trabajo, lo que hace aún más especiales sus murales.

Aunque obviamente se encuentra interesado en tener obra duradera, también está consciente de que sólo será por tiempo limitado, así que trabaja con esa posibilidad, el dejar que la naturaleza de la magia y su imaginación hagan su trabajo. La acción del tiempo sobre la materia le cautiva, lo que busca capturar de alguna manera.
Cabe destacar la extraña relación que Bozik tiene con el entorno urbano, pues, en pocas palabras, es de amor/odio. Para él crear obras en el paisaje urbano tiene que ver, esencialmente, con devolverle un grado de humanidad a las ciudades, lo que siempre le emociona y hace mejor que nadie.