El término arte degenerado (Entarte Kunst en alemán), fue acuñado en la década de 1930 por los nazis para ridiculizar el arte moderno que no encajaba con la visión de Adolf Hitler, máximo dirigente de la Alemania nazi.
Resulta que en las primeras décadas del siglo XX floreció en Alemania un nuevo arte radical, el moderno. Los museos establecidos recopilaron y exhibieron obras contemporáneas de Max Beckmann, Ernst Ludwig Kirchner, Paul Klee y otros, presentándolas a una amplia audiencia internacional que hizo que el mundo volteara a ver a este país.
Así que cuando Hitler tomó las riendas de este país, elementos del gobierno alemán, por órdenes del Führer, empezaron a confiscar toda obra moderna que calificara de ajena a la raza aria y les resultara insana.
Para Hitler y sus acólitos eran degeneradas todas aquellas obras que no se mantuvieran en los fundamentos de una vida sana (en cuanto a su contenido), y que en su representación de las enfermedades y aberraciones de la civilización abusaban de los medios y del sentido del arte.
Descent from the Cross, 1917. Max Beckmann. Fuente: The Museum of Modern Art
Así, en 1937, los nazis realizaron en la Haus der Kunst de Múnich una gran exposición bajo el título de Arte degenerado, que mostraba de forma despectiva la evolución del arte moderno con obras que habían robado y "confiscado" de los museos estatales como a personas privadas.
Paul Cézanne, Vincent van Gogh y Paul Gauguin se encontraban en su tenebrosa lista además de Georges Braque, Marc Chagall, Lovis Corinth, Giorgio De Chirico, Otto Dix, Max Ernst, Vladimir Kandinsky, Paul Klee, Oskar Kokoschka, August Macke, Franz Marc, Henri Matisse, Emil Nolde y Pablo Picasso, entre muchos otros.
Una buena parte de las obras robadas fueron subastadas en 1938 por encargo de los nazis en la Galería Fischer, de Lucerna, Suiza.
Otras piezas fueron quemadas públicamente en Berlín en 1939 para hacer pública su intransigencia con el tema y enseñar lo que pasaría si alguien seguía en posesión de alguna obra moderna.
Muchos de los artistas alemanes y europeos que se encontraban en Alemania, entre ellos los integrados en el movimiento Bauhaus, recibieron la prohibición de continuar creando obras y tuvieron que emigrar debido a lo que significó uno de los capítulos más triste de la historia.