Cuando salió OK Computer, el tecer álbum de estudio de Radiohead, dos cosas quedaron claras: una, la banda se había instalado y sobrevivido al género del grunge, y dos, se paraba frente a las puertas de la eternidad del rock.
Tras su debut en 1993 con Pablo Honey, lo que para el crítico de músico Barry Walter sonó a un irregular aspirante a Nirvana del infierno pero con mucha mejor voz, y luego The Bends en 1995, Radiohead estableció una notable presencia en el Reino Unido y los Estados Unidos, especialmente tras la muerte de Kurt Cobain y la decadencia de un género al que aún le sobrevivirían conjuntos como Soundgarden y Pearl Jam.
Pero con OK Computer, los volcales de Thom Yorke, las cuerdas de Jonny Greenwood, Colin Greenwood, Ed O'Brien, y la batería de Philip Selway nos llevan a un impresionante tour de force de art-rock y a una destreza instrumental que complementan maravillosamente al alto tono y las letras pensativas de Yorke.
En esta tercera entrega, un álbum conceptual cuyo tema está basado en el miedo ancestral del rock a la inminencia de un mundo dirigido por computadoras, la banda amplió su paleta y comienza a incluir fuertes dosis de guitarra psicodélica, electrónica y toques de glam rock.
De acuerdo a Barry Walter, en el momento en el que la banda podría haberse ido a lo seguro, parece ser que vendieron sus almas psicodélicas por un rock & roll más amigable con la radio.
El trabajo, uno no tan sencillo de escuchar porque cada canción necesita tiempo para revelarse como un vínculo narrativo con la esencia espiritual del álbum, se despliega gradualmente durante el transcurso de las 12 canciones.
En el tema más famoso del disco, Paranoid Android, los instrumentos acústicos y eléctricos flotan discretamente mientras Yorke canta, pareciera, con los dientes apretados. Un tempo complicado y una estructura que pareciera inspirarse en King Crimson se desenvuelven en un trabajo que se grabó casi completamente en vivo.
OK Computer se gradúa como un trabajo de música soul hecha por solitarios que condenaban la falta de alma en sus héroes. "Música corporal que elude la cabeza para alcanzar el espíritu", concluyó Walter.
Al final, es el esfuerzo más atractivo y extraño de una banda de rock con más de 20 años de trayectoria sin freno.