Alguna vez Bono, el líder de la banda irlandesa U2, aseguró que sería difícil encontrar un lugar más oscuro en la música que Joy Division.
"Su nombre, sus letras y su cantante fueron una nube negra tan grande como cualquiera del cielo”, dijo.
Ian Curtis, el líder de dicha agrupación, se suicidó cuando apenas tenía 23 años y comenzaba a convertirse en uno de los artistas más conocidos de Inglaterra.
Pocas canciones causan sentimientos tan lúgubres como las que escribía Curtis para Joy Division. Sus letras muestran el agobio que sentían los miembros de esta agrupación.
Para muchos conocedores de música, Joy Division influyó en gran parte de lo que se escuchó en Inglaterra y Estados Unidos en los 80 y 90. Incluso, hay quienes ven en Curtis a uno de los inspiradores del movimiento de los emos. El cantante del grupo, Ian Curtis, se suicidó antes de iniciar su primera gira por Estados Unidos.
Cuando los jóvenes se enteraron de este hecho, tomaron a Curtis como su modelo a seguir; ellos también querían decir que el mundo no los comprendía y que se sentían excluidos. Sus familiares, sus maestros y los políticos de sus países eran personajes hostiles que no tenían nada importante que decirles.
Sobre su vida, todo se encontraba en conflicto. Ian no quería tener responsabilidades, pero se casa antes de los 20 años; quiere tener una vida familiar, pero al mismo tiempo engaña a su esposa con una admiradora belga; y, por último, quiere abandonar su lugar de origen, pero a la vez tiene miedo de triunfar en Estados Unidos.
Entonces, la libertad solo la encontraba en sus canciones. Curtis fue siempre tímido y se paralizaba ante los problemas más inmediatos. No supo qué hacer ante los reproches de Debbie, su joven esposa; no supo terminar la relación con su amante y no supo cómo controlar la epilepsia que le diagnosticaron. Pero en donde sentía toda su realización fue en las canciones que tocaba con sus amigos de Joy Division.
La historia de Joy Division comenzó en 1976, una tarde en que tres jóvenes de Manchester, Bernard Sumner, Peter Hook y Terry Mason, pusieron un anuncio en una tienda de discos en el que solicitaban un cantante para el grupo de rock que estaban formando. A los pocos días, llegó un joven alto, muy delgado y de rostro anguloso que dijo llamarse Ian Curtis. Lo primero que notaron fue su excesiva timidez; no obstante, no fue algo que les causara desconfianza.
Ian Curtis. Foto: GQ
Pasaron varios meses en los que el grupo se presentó con diferentes nombres y con distintos integrantes (Mason desconfiaba de su capacidad como baterista y renunció). Los miembros del grupo no siempre tenían buenas maneras de expresar su desacuerdo con los integrantes nuevos.
Al iniciar 1978, la banda tomó el nombre de Joy Division. Aunque el nombre significa literalmente "división de la diversión", lo cierto es que escondía una referencia que no tenía nada que ver con el placer. Con este nombre era conocido un grupo de mujeres judías usadas como esclavas sexuales en los campos de concentración nazis.
Dicen que Ian Curtis se inspiró en la novela La casa de muñecas, del escritor Yehiel De-Nur, en la que se narra la vida de los campos nazis. Con su nombre definitivo, se presentaron en el Pip's Manchester, el 24 de enero de 1978. A los pocos meses grabaron su primer disco. Sin embargo, el productor decidió poner sintetizadores en la versión final sin la autorización de los músicos. Por esta causa, este disco no saldría a la venta en vida de Curtis.
Poco a poco, las presentaciones hicieron que Joy Division comenzara a gustar a los jóvenes ingleses. Finalmente, el 27 de diciembre de 1978 cobraron por primera vez: era un concierto al que asistieron 30 personas. No obstante, la manera de bailar de Ian comenzaba a llamar la atención, era una mezcla de movimientos suaves y convulsivos, como si de pronto tuviera uno de sus temidos ataques de epilepsia.
Todos veían con temor cómo Ian iba siendo, cada vez más, víctima de la epilepsia. También observaban con desconfianza la relación del vocalista con su esposa, ya que en una de sus giras había conocido a una joven admiradora llamada Annick Honoré. Qué difícil habrá sido para Deborah soportar ese periodo, ya que tuvo que tolerar que Annick acompañara a la banda por todas sus giras. Pero los dos eran demasiado débiles para afrontar la situación; ni ella se decidía a dejarlo ni él podía estar sin sus dos parejas.
Todo parece indicar que los principales problemas del cantante provenían del progreso de su enfermedad, aun cuando algunos gusten de pensar que se debían a motivos más existenciales.
A principios de 1980, sus compañeros comenzaron a ver que los medicamentos no servían para nada y que la salud de su amigo se iba agravando. Cada vez tenían más compromisos y cada vez Ian se veía peor. Como le gustaba imitar los movimientos epilépticos durante sus bailes, muchas veces sus admiradores pensaban que sus ataques en público eran en realidad parte del espectáculo. Sin embargo, se trataba de un estado prácticamente fuera de control para Ian.
No obstante, una noticia parecía iluminar el futuro de la banda: su representante avisó que pronto saldrían de gira por Estados Unidos. Nadie se imaginaba que Ian no tenía la menor intención de ir. El 18 de mayo, cuando se encontraba en su casa, puso en la video una película del director Werner Herzog, Woyzeck (1979), la historia de un soldado envuelto por la locura. Después de que terminó la cinta, puso el disco The Idiot, de Iggy Pop. Luego, escribió una nota para Deborah y, finalmente, se ahorcó en la cocina de su casa con una cuerda para colgar la ropa. Cuando su esposa llegó a la casa y lo encontró colgado, llamó de inmediato al bajista del grupo, Peter Hook.
A los 23 años, Ian dejó una esposa, una hija, una amante, una banda de música y muchas canciones que con el paso del tiempo no parecen envejecer nunca.