En el siglo XIX hubo seis pandemias de cólera, y fueron brutales. Un dibujo de Robert Seymour, publicado en 1828, donde un espectro gigante de manto blanco con manos y pies esqueléticos avanza sobre pequeños soldados que mueren bajo sus pisadas, explica perfectamente la situación, ya que el epígrafe lee: “El cólera pisotea tanto a los vencedores como a los vencidos”. Y es que la cantidad de muertos que dejó la cólera en todo el mundo fue abasallador; se cree que durante la cuarta pandemia de cólera, hacia 1867, en Italia murieron alrededor de 113 mil personas.
No obstante, a pesar de tanta tragedia, hubo un pequeño pueblo de nombre Monte Compatri, ubicado a unos treinta kilómetros de Roma, que permaneció inmune a la enfermedad, como si estuviera protegido por un santo, y si uno preguntara en aquel entonces, los lugareños de entonces te dirían que así fue, que el pueblo estaba protegido, y que era gracias a un niño con la voz que cantaba con la voz de un ángel: Alessandro Moreschi.
El sexto de los ocho hijos que tuvieron Luigi Lorenzo Moreschi y Maria Rosa Pitolli nació en 1858, el 11 de noviembre, bajo el nombre de Alessandro Nilo Angelo Moreschi. De chico se acercó al coro de la iglesia, y un día, en una celebración litúrgica, lo oyó cantar el padre Nazareno Rosati, un fraile retirado, miembro del Coro de la Capilla Sixtina, que se dedicaba a buscar nuevos talentos.
El hombre no perdió tiempo y se presentó ante su familia, donde les habló durante horas sobre el potencial de su hijo. También sobre una práctica, una operación muy delicada, pero que posibilitaba la excelencia artística, o en su caso, la perfección sonora, la cima absoluta de la voz, pero ésta solo se lograba a través de la castración.
Por otro lado, por más salvaje que sonara, era una posibilidad económica para el niño y para la familia, la esperanza de vida entre los pobres de la zona era poco más de treinta años.
Los «castrati», o bien, los cantantes a los que se castraba de niños para que conservaran su voz blanca, fueron tremendamente populares en el siglo XVIII, especialmente en Italia, donde resaltan figuras como las de Carlo Broschi «Farinelli» , Gaetano Majorano «Caffarelli» , Gasparo Pacchiaroti o Luigi Marchesi, que fueron verdaderos ídolos.
La unificación italiana en 1861, trajo poco después la prohibición de la castración con fines musicales. El Papa León XIII determinó en 1878 la contratación por parte de la Iglesia de estos cantantes; sin embargo, permitió que en algunos lugares, entre ellos la Capilla Sixtina, permanecieran los ya existentes. El 22 de noviembre de 1903, el Papa Pío X selló el fin de los «castrati» (a quienes en España se conocía como «capones»), que ya solo permanecían en coros eclesiales.
En 1898, en el coro de la Capilla Sixtina quedaban seis cantantes de esta naturaleza. Uno de ellos era Alessandro Moreschi, primer soprano y conocido como considerado el último «castrati», y el único que ha dejado testimonio sonoro.
En el Coro de la Capilla Sixtina, Alessandro desempeñó varias funciones, además de sus tareas canoras, e incluso lo dirigió antes de retirarse, en 1913, con 55 años. Era una estrella, y según algunos testimonios, era caprichoso y presumido.
De su fama da fe el hecho de que el 9 de agosto de 1900, a petición expresa de la Familia Real italiana, cantara en el funeral del asesinado Rey Umberto I; un hecho más insólito aún si se tiene en cuenta que el Vaticano no tenía todavía contacto formal con el Estdo italiano.
Tras su retiro, Alessandro murió en soledad, a consecuencia de una neumonía, el 21 de abril de 1922; tenía 63 años.
La voz de Moreschi es la única de «castrato» de la que ha quedado testimonio. En abril de 1902, en el Vaticano, hizo la primera de sus grabaciones, acompañado por varios de los miembros del Coro Sixtino. Repetiría la experiencia en 1904, y dejó, en total, 17 pistas que pueden escucharse hoy en día ya que han sido llevadas al CD.
Entre las piezas grabadas figuran «Crucifixus», de la «Petite Messe Solennelle» de Rossini ; el «Ave María» de Bach/Gounod ; «Ave Verum Corpus», de Mozart ; o la canción de Tosti «Ideale».