Johannes Kepler es considerado por algunos como el hombre más desafortunado del mundo, pero también como el científico más grande que jamás haya existido gracias a que inventó la ciencia ficción.
Llegó al mundo el 27 de diciembre de 1571 en Weil der Stadt, Württemberg, Alemania. Fue un niño enfermo y sus padres eran pobres, pero su notable inteligencia le consiguió una beca en la Universidad de Tubinga, donde conoció a Michael Maestlin, uno de sus primeros mentores que además estudiaba las teorías heliocéntricas de Copérnico, mismas con las que él mismo se identificó y le despertarían la vocación que tomó para el resto de su vida.
Creció y estudió en un mundo en el que Dios era más poderoso que la naturaleza, el Diablo más real que la gravedad, y la gente creía que el sol giraba alrededor de la Tierra cada 24 horas.
En este entorno, donde además se atrevió a ser profesor de matemáticas, aritmética, geometría y retórica tras sus aprendizajes con Maestlin, fue que Johannes Kepler comenzó a gestar uno de sus muchos textos que sería la fundación de uno de los géneros más explotados de todo el mundo.
En 1608, un año antes de publicar su célebre Astronomia Nova y otros tantos más antes de empezar Harmonices Mundi y Epitome Astronomiae, sus obras más trascendentes sobre el cosmos, el autor alemán realizó una primera versión de una novela científica corta: Somnium sive Astronomia lunaris Joannis Kepleri (es decir, El sueño o Astronomía de la Luna de Johannes Kepler), un texto que comenzó como un mero ensayo de cómo apreciar los movimientos planetarios y estelares cuando aún era estudiante universitario en la ciudad germana de Tübingen.
Este esfuerzo no se publicaría hasta cuatro años después de su muerte gracias a su hijo Ludwig, pero sería, de acuerdo al astrónomo Isaac Asimov, la primera novela de ciencia ficción de la historia.
En este trabajo, un narrador que puede o no ser el propio Kepler, sueña sobre un astrónomo islandés que recibe una lección científica de un espíritu lunar y atestigua varias aventuras que son, verdaderamente, fuera de este mundo.
A pesar de la primera entrega de 1608, Kepler modificó la obra durante el resto de su vida, añadiendo material, recuerdos, visiones futuristas, y corrigiendo pruebas de imprenta hasta un mes antes de su muerte, el 15 de noviembre de 1630.
En este extenso y valioso trabajo, las notas a pie de página son tan extensas como la propia narración, lo que puede resultar pesado para el lector generalista y la ha llevado a caer en el olvido del imaginario colectivo, aunque conserva su vigencia académica desde hace 60 años, porque a través de él, Kepler recupera lo que siempre ha sido fácil de olvidar: el lugar de la posibilidad se expande cuando se imagina lo inimaginable, y luego puede hacerse realidad mediante esfuerzos sistemáticos.
La escuela de Johannes Kepler
Siglos más tarde después de que Somnium se convirtiera en la primera gran obra de ciencia ficción, en una conversación de 1971 con otro sando patrón de la ciencia ficción, Ray Bradbury, captaría perfectamente lo que se entiende del trabajo de Kepler:
“Es parte de la naturaleza del hombre comenzar con el romance y construir para una realidad, y es que, como cualquier moneda de valor, la imaginación humana es una moneda con dos caras inseparables, y la forma en que se lanza la moneda depende del grado de coraje, determinado por alguna combinación incalculable de naturaleza, cultura y carácter."
Por otra parte, Carl Sagan y Arthur C. Clarke, otros autores con autoridad para habar sobre la exploración hacia nuevos mundos, concluyeron que con su trabajo de años, Johannes llena los inquietantes vacíos de nuestra mente con certezas tranquilizadoras de mito y superstición que apuntan a la magia y la brujería cuando el sentido común y la razón no logran desvelar la causalidad.
La ciencia ficción de Johannes nos lleva por encima de los hechos aceptados y nos obliga a jugar con la curiosidad que conlleva imaginar vida fuera de nuestro mundo, o bien, a retar los límites posibles establecidos por la costumbre y la convención.
Johannes Kepler, el hijo de una "bruja"
En 1615, 24 testigos acusaron a su madre viuda, Katharina Kepler, de 70 años, de ser una bruja, ¿pero por qué? De acuerdo con El astrónomo y la bruja, un libro de la profesora de Cambridge Ulinka Rublack, los testigos tenían varias razones, primero que apareció mágicamente a través de puertas cerradas, luego por paralizar a un maestro de escuela con un trago de vino, y finalmente por golpear a una niña en el brazo.
Por estos motivos fue encarcelada y vigilada por dos guardias como casi 73 mil hombres y mujeres a lo largo de Europa tras la divulgación de la brujería como práctica recurrente.
Johannes incluso llegó a expresar que su madre era "la autora de su propia lamentable desgracia", de acuerdo a Ulinka, pero a pesar de sus dudas, Johannes ayudó a su madre de varias formas, primero solicitó que la sacaran de la prisión y la alojaran en las dependencias de la guardia cívica, por cuenta propia, lo que mejoró mucho sus condiciones.
Luego Johannes dejó de lado su trabajo durante casi un año para preparar la defensa de su madre. Como correspondía a un matemático, Johannes usó la lógica y la razón para combatir los rumores y las mentiras difundidas sobre su cliente, y lo hizo bien porque después de 14 meses de encarcelamiento, su madre fue absuelta de todos los cargos, aunque la mala voluntad de sus vecinos fue tan alta que se le prohibió regresar a su aldea.
Johannes Kepler murió en Ratisbona en 1630, mientras viajaba desde su casa en Sagan para cobrar una deuda.