Auguste Marie Louis Nicolas Lumière (1862, Besançon) y Louis Jean Lumière (1864, Besançon) sentaron las bases de las distintas expresiones del séptimo arte que conocemos en la actualidad.
Después de trabajar en el taller fotográfico de su padre y de experimentar con distintos procesos que patentaron con el tiempo, los hermanos Lumière incrementaron su aporte a la cinematografía a través del kinetoscopio.
Pues fue, a partir de este aparato, que crearon un mecanismo que serviría como cámara y como proyector: el cinematógrafo.
Dicho invento, patentado el 13 de febrero de 1895, permitió a la dupla francesa grabar su primer cortometraje, Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir.
A la que le siguieron una serie de grabaciones como Llegada de un tren a la estación de Ciotat y El regador regado.
Con un negocio que consistía en enviar a un operador con un cinematógrafo a donde quiera que fuese requerido, los hermanos Lumiére experimentaron con las capturas a color y dieron vida al Autochrome Lumiére.
Posterior al legado del dúo francés, se popularizó el trabajo del ilusionista Marie-Georges-Jean Méliès (1861, París), quien desarrolló muchos avances técnicos y narrativos en la cinematografía.
Al incorporar distintos mecanismos de efectos especiales y popularizar técnicas como el stop trick, así como de ser pionero en el uso de exposiciones múltiples, la cámara rápida, las disoluciones de imágenes y la película en colores.
Sus dos obras más famosas son Viaje a la Luna y Viaje a través de lo imposible, en donde narra viajes extraños y surrealistas inspirados en las narraciones del escritor Julio Verne.
No obstante, una de las mayores repercusiones del cineasta fue haber iniciado lo que hoy conocemos como cine de terror con la película de 1896: La Mansión del diablo.
Dicho largometraje se filmó en formato mudo por la productora Star Film y es una propuesta de estilo fantasía cómica teatral que cuenta la historia de un encuentro con el Diablo y algunos fantasmas.
Pese a que la intención original fue crear una obra divertida y de entretenimiento, se considera la primera película de terror debido a su temática y las características de sus personajes.
A partir de entonces, numerosos cineastas y artistas experimentales han contribuido con sus producciones al enorme catálogo de las cintas de terror alrededor del mundo.
Sin embargo, destacan algunos directores que han marcado un antes y un después en la manera de provocar la sensibilidad de los espectadores con sus historias de suspenso y terror.
El resplandor
La película de Stanley Kubrick producida por Warner Bros Pictures, Hawk Films y Peregrine Productions representa un hito en la historia del cine y una referencia inigualable en el género de terror psicológico.
Protagonizada por Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd y Scatman Crothers, la cinta no tuvo la mejor recepción en su estreno, pues no encontraban clasificación certera para un público en particular, pero en la actualidad es considerada como una película de culto, al punto que el director Martin Scorsese la eligió como una de las once mejores películas de todos los tiempos.
El exorcista
La película de William Friedkin es un fenómeno en sí mismo, que ha dado pauta a muchos análisis que trascienden los terrenos de la crítica cinematográfica y la recepción del público.
Lanzada en 1973 y remasterizada en el año 2000, relata los escalofriantes sucesos de una niña de doce años que fue víctima de una posesión diabólica.
Dicha cinta tuvo una gran recepción en la década de 1970, tanto por la crítica como por la audiencia, y obtuvo diez nominaciones al Oscar, incluida la categoría de Mejor Película.
El periódico The New York Times la eligió entre sus 1000 mejores películas de la historia, al igual que las la revistas Empire y Time, quienes la seleccionaron en su lista de las 500 películas más grandes del cine jamás filmadas y en las mejores 25 películas de terror de la historia, respectivamente.
Psicosis
El gran Alfred Hitchcock dejó para la posteridad un clásico de terror imposible de igualar.
La película, escrita por Joseph Stefano y basada en la novela homónima de Robert Bloch, se estrenó en 1960; sin embargo, a sesenta años de su lanzamiento es un ícono de la cultura popular y una de las mayores referencias en la industria del cine y del teatro.