La película que este año se llevó el Oso de Oro de Berlín fue Alcarràs, de Carla Simón.
La cineasta de 35 años es la primera directora española en ganar un festival de los crucial en la industria, lo que resulta histórico.
El que haya ganado dicho galardón resulta genial debido a que fue en la Berlinale donde inició su carrera en febrero de 2017 cuando decidió llevar Verano 1993 a competir y ganó el premio a la mejor ópera prima de todas las secciones
En Alcarràs, filme que se espera llegue a las salas de cine en la primavera, Simón explora su propia historia y la de su familia, en esta ocasión la materna, dedicada al cultivo de frutas de manera artesanal, un negocio que vive sus últimos días por la caída de precios.
De ahí el título de su película, por la ciudad en la que viven sus primos y sus tíos, además de que es un homenaje a su abuelo recientemente fallecido.
Alcarràs es un lugar habitado por 9 mil personas que se encuentra al oeste de Lleida, que vive, principalmente, del cultivo de frutas.
Lo fascinante de esta película es que los protagonistas están encarnados por habitantes de Alcarràs, que no son actores ni se conocían entre sí, además de que solo podía ser grababa en verano, temporada en la que se recogen los melocotones y los paraguayos (una especie de duraznos con más sabor dulce y chatos en su fisonomía).
En cuanto al Premio del jurado fue para Manto de gemas, de la boliviano-mexicana Natalia López Gallardo.
Manto de Gemas es una película casi documental: no hay banda sonora, los diálogos son parcos, la luz natural en todo momento, el encuadre sobrio y descarnado.
Los personajes (en su mayoría actores locales) hablan casi en susurros, con sobreentendidos tan habituales en un México agarrotado por la violencia, que estalla en relámpagos de gran impacto visual.
