Composiciones de estéticas descompuestas. Proporciones para la asimetría. Cálculo de la espontaneidad. Así fluye el proceso creativo y la obra del artista conocido como Bartholot.
El artista visual nacido en Alemania se alza sobre la sugestividad y la intriga, para conseguir ese surrealista juego de contradicciones.
Al primer impacto, perturba, sacude la composición de su trabajo, que ha sido catalogado como obra que se encuentra entre la escultura y la fotografía. Pero los encuadres que realiza son limpios y ordenados, encuentran su simetría en los contrastes. Lo cual deja al público que consume su trabajo ligeramente incómodo, pero definitivamente cautivado.
Él mismo ubica su trabajo dentro de este encuadre: “en lo escénico, escultórico y gráfico”. No pretende entregar ningún mensaje o significado específico en su propuesta, para dejar a sus espectadores llevar a sus propias conclusiones a partir de la experiencia de su obra.
Sus composiciones siempre llevan un elemento sorpresa, disruptor, fascinante y siempre son exploraciones refrescantes de diferentes texturas, colores y proporciones, que resultan en un imaginario estilizado y minimalista.
Estudió historia del arte y diseño, pero su formación fotográfica la consiguió en España, bajo la tutela del reconocido fotógrafo Álvaro Villarrubia, en su estudio de Madrid, donde Barthlot residió un tiempo.
Tras esa experiencia, el joven artista regresó a Berlín para instalar su propio estudio individual desde 2009.
Sus imágenes digitales funden su propio sentido de la moda con el surrealismo y por lo general comienzan con un solo pensamiento o el estado de ánimo.
Su trabajo es tan constante, yuxtapuesto, permanente y ordenadamente caótico como la desconocida e infinita, pero calculable, sucesión numérica del 3.1416…