La fructífera carrera de Anton Mauve, un artista melancólico y polifacético, llegó a un abrupto final en 1888. Su muerte se produjo durante el apogeo de la Escuela de La Haya, de la que fue uno de los representantes más importantes, y fue un duro golpe para el arte pictórico en los Países Bajos.
En el taller del artista en Laren se encontraron numerosas pinturas, acuarelas y bocetos al pastel y al carbón sobre temas de paisajes de dunas y brezales holandeses, grupos de personas trabajando, así como representaciones de ganado y cabezas de ganado.
Los dibujos que forman parte del legado de Mauve constituyen buena parte del acervo de su taller, y sirvieron, en muchos casos, como punto de partida de su obra pictórica.
Fuente: National Galleries of Scotland
Mauve nació en Zaandam y estudió en Haarlem con los pintores de animales Pieter Frederick van Os y Wouterus Verschuur. A partir de 1858, vivió periódicamente en Oosterbeek, el Barbizon holandés, donde pintó principalmente temas de animales.
Como artista, Anton es ampliamente reconocido por sus contribuciones al movimiento del Realismo. Su arte también se ve acreditado bajo la inicial “A. Mauve” y el acrónimo “A.M.” además de firmar completamente su nombre como Anton Mauve. En particular, es elogiado por su uso del color en sus pinturas, lo que hizo que las escenas que pintó fueran mucho más detalladas y realistas.
En 1871 se traslada a La Haya, donde la figura humana y las escenas costeras adquieren una mayor importancia en su obra. En 1881 y 1882, Van Gogh trabajó en su estudio, y se hizo gran admirador de Anton.
Lo curioso de la habilidad de Mauve es que transfirió el boceto al lienzo con pintura líquida y luego adaptó progresivamente el tono, el color y la composición hasta quedar satisfecho con el resultado.
Mauve, un artista melancólico y propenso a la depresión, tenía dificultades para terminar una obra; tendía a seguir haciendo cambios en busca de la imagen definitiva. Por lo tanto, los óleos y acuarelas que dejó sin duda se encontraban en diferentes etapas de finalización.
Durante los últimos años de la vida productiva de Mauve, la demanda internacional de su obra fue tan intensa que sus lienzos se vendieron antes incluso de haber pasado por la etapa de esbozo. Los marchantes de arte sacaban obras inacabadas del taller para satisfacer a los compradores.
Cuando un cliente lo pedía, Mauve solía estar dispuesta a introducir algún cambio posterior en la obra, pero entonces existía el riesgo de que el artista fuera tan riguroso como para cambiar radicalmente el lienzo original.
Según una historia, una vez se le pidió al artista que delineara un poco más las ramas de un árbol, pero cuando se produjo la versión final, el árbol había desaparecido por completo.
Uno de los coleccionistas más importantes de la Escuela de La Haya fue el magnate ferroviario inglés James Staats Forbes (1823-1904), quien, por motivos de trabajo, pasó 18 años en los Países Bajos. Fue así como descubrió a varios artistas holandeses de esta escuela y sus obras.
Antes de su muerte, Mauve ayudaría a fundar otras sociedades de arte para continuar con sus prácticas, su legado e incluso fomentar comunidades artísticas. Fundó personalmente la Hollandsche Teekenmaatschappij o, en un inglés más sencillo, la Sociedad Holandesa de Dibujo. También ayudó a fundar Pulchri Studio, que también estaba en La Haya.